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430 FELIPE F. RAMOS La mirada que Yahvé dirige a los justos (Sal 13, 4.13-14.18-19; 59, 56...); la representación del rostro de Yahvé vinculado a sus anti guas figuras propias de su teofanía, como terremotos, fuego (Sal 29, 6-10; 114, 6-7); la luz de su gloria celeste (Sal 63, 3; 24, 6-7); la magnificencia y el poder (Sal 105, 4; 96, 6); la gracia y la fidelidad (Sal 89, 15; 85, 10-11.14), considerados como sus defensores, alabar deros y satélites, nos dan a conocer lo profundamente impregnados que se hallan los Salmos por la tradición de la teofanía cultual de Yahvé, cuya finalidad pretende resaltar la celebración de la fiesta de la alianza, que constituye el centro de gravedad de tantas expre siones sinónimas indicadas. A propósito de la fiesta de la alianza es preciso una reflexión serena sobre la misma, como prometimos hacer más arriba. Como se afirma en el Sal 81, 4: «Haced resonar en el novilunio las trom petas, en el plenilunio, en nuestra fiesta»», es imprescindible el inten to de precisar a qué fiesta se refiere. Las opiniones difieren profun damente entre los intérpretes. Se quiere ver aquí la alusión concreta a la fiesta de los tabernáculos, «nuestra fiesta*, en el plenilunio de tishri, el mes séptimo. En resumen, el poeta no parece aludir aquí a una fiesta precisa, sino al tono de alegría que hay en todas las fiestas, y que él quiere recoger literalmente en resonancia hímnica 38. Sabemos todavía muy poco acerca de las fiestas de Israel y de la celebración de las mismas para poder dar informaciones claras. Todas las interpretaciones llevan la impronta de la hipótesis 39. Según la Ley, todos los israelitas varones debían subir a Jerusa- lén tres veces al año: en pascua, pentecostés y tabernáculos (Éx 25, 17; 34, 25; Deut 16, 16) 40. Otros intérpretes, como Ravasi, a ejemplo de lo afirmado por Nótscher, menciona las tres sin inclinarse por ninguna. Prefiere explicar el sentido profundo que las fiestas tenían. En estas fiestas, el israelita, según una costumbre atestiguada desde los orígenes de la monarquía, se reunía en Jerusalén para celebrar a Yahvé (Sal 30, 5; 106, 47) y para reafirmar la unidad nacional. En Jerusalén, el israelita creyente renovaba su existencia de fe y su cua- 38 H.-J. K ra u s , o . c ., I, p. 94. 39 F. N ó ts c h e r , o . c ., p. 255. 40 G. R avasi , II Libro dei Salmi , «Commento e Attualizzazione», III (1986) 545.
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