PS_NyG_2002v049n003p0403_0449

404 FELIPE F. RAMOS bración del culto, en sus peregrinaciones, en casa y lejos de ella, en las luchas y en las victorias, en la dicha y en las desgracias, en la enfermedad y en la salud, en la persecución y en la serenidad, en las necesidades internas y externas sentidas en el corazón, en las esperanzas y sobresaltos, en sus satisfacciones y preocupacio­ nes, en las relaciones más variadas de la vida. Por eso el Salterio es realmente un libro de oración y de intercomunicación entre el hombre y Dios, entre el hombre y el hombre; de una categoría muy superior a todo lo que suele aducirse como sinónimo o para­ lelo procedente del entorno cultural en que nació, vivió, se desa­ rrolló y se perfeccionó l. b) La mayor parte de los Salmos nació para el culto litúrgico. Y, con el tiempo, su totalidad adquirió una dimensión y una utili­ zación litúrgica. Ésta, así como los relatos bíblicos de los que brota, implica una constante actualización, exigida por el ritmo de la vida en que se mueve el orante de hoy, tanto del relato bíblico como de la celebración litúrgica en que se expresa; actualización motiva­ da por las circunstancias histórico culturales cambiantes, por el sim­ bolismo de las expresiones utilizadas: ¿qué significa para nosotros la subida a Jerusalén para buscar el rostro de Dios —que hoy no se ve allí por ningún sitio, por muy santo que sea considerado— que llenaba de alegría a los israelitas peregrinantes, los diversos lugares de culto, la evocación de las gestas gloriosas de la pasada historia de un pueblo insignificante en el concierto universal, la conquista de la tierra —disputada actualmente por enemigos irre­ conciliables en medio de guerras violentas— y la desposesión de la misma, el cambio político de régimen, las añoranzas de un pasa­ do mejor y la esperanza de nuevos tiempos llenos de dicha, los cielos nuevos y la tierra nueva? Si prescindimos del simbolismo no actualizado, el canto poético del encuentro no se producirá y los poemas que lo expresan se convertirán en letra muerta. Este simbolismo únicamente puede ser descubierto desde las cla­ ves auténticas de su interpretación. Superada la línea tradicional, esencialmente historicista , que veía en cada Salmo una siaiación con­ creta que era necesario precisar para su comprensión; considerada 1 F. N ötscher , Die Psalmen , Echter-Verlag Würzburg, 1952, p . 2.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz