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414 FELIPE F. RAMOS las cabezas de las fieras. Tú aplastaste la cabeza del Leviatán y le diste en pasto a los monstmos marinos» (Sal 74, 13-14). «Tú dominas la soberbia del mar; cuando se embravecen sus olas, tú las contie­ nes. Tú quebrantaste a Rahab, como a un enemigo herido, y con tu fuerte brazo dispersas a tus enemigos» (Sal 89, 10-11). También en este terreno Yahvé sale vencedor. Además, es despojado del carácter mitológico natural (Sal 29, 3.10; 46, 4; 65, 8; 93, 3-4; 104, 7). Este mensaje es tanto más impresionante cuanto que Yahvé no sólo atraviesa el mar (= yam, en hebreo y en alusión al éxodo de Egipto) sino que también, al mismo tiempo, controla aquella gran potencia de los tiempos primordiales, cuyo significado se ha esclarecido gracias al descubrimiento de los textos de Ugarit. Lo mismo que el mar, el Jordán retrocedió aterrorizado. Y, así, se tras- fiere al cruce del río Jordán, mediante alusiones rudimentarias, el motivo de la lucha mítica contra el caos. También debieron influir elementos de la teofanía de la tormenta, del círculo del culto de Adad-Rammán 17. Cuando no es desmitificado , es historificado como imagen de la victoria sobre lo enemigos históricos de Yahvé y de Israel (Sal 74, 12-12: «Pues Dios es ya desde antiguo mi rey, el que obra salvacio­ nes en la tierra. Con ai poder dividiste el mar y rompiste en las aguas las cabezas de las fieras»; otras referencias tenemos en los Sal 89, 10-11; 118, 10ss.). La influencia del entorno cultural de Israel se ha visto muy acentuada teniendo en cuenta y como base del salterio los cantos de la realeza de Yahvé. En dichos Salmos, relacionados con la fiesta de la entronización de Yahvé y la proclamación repetida de su divi­ na realeza, se simboliza su victoria sobre el caos y las fuerzas del mal, y se asegura para el nuevo año la vida regular, renovada, de la naturaleza. Con este trasfondo mitológico, tomado de Mesopota- mia y Egipto, y común a todo el antiguo Oriente, la fiesta se con­ vierte en centro y expresión de una ideología de ramificaciones infi­ nitas, que por uno u otro concepto traen hacía sí la mayor parte de los Salmos 18. 17 A. G o n z á lez , o . c ., pp. 36-37. 18 A. W e is e r, o . c ., I, p. 35.

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