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412 FELIPE F. RAMOS No tan frecuentemente como los himnos, pero, ocasionalmente unidos a ellos, la alabanza tiene su centro de gravedad en Yahvé como el Dios creador 13. En cuanto tema específico de los himnos el pensamiento de la creación se encuentra sólo en el 19 y en el 104, que, como en alguno más de los Salmos citados en la nota, se han visto influenciados por la descripción poética del entorno cultural de los dioses creadores. Reconocida la posible influencia del exterior en nuestros Salmos, éstos se hallan en estrecha vinculación con la tradi­ ción histórico-salvífica del culto de la alianza y adquiere en ellos su sentido específico: destacan y ponen de relieve el poder de Yahvé que, precisamente por eso, justifican que sea el Señor de la historia. El Soberano de Israel es el Señor de la creación. Es el Dueño del universo y está encumbrado por encima de él (Sal 2, 4). Esto exige algún cambio en la valoración o en la catalogación de algún Salmo. El 8, por ejemplo, que parece centrado en la creación, no trata de la gloria de la creación, sino de la gloria del Soberano de Israel, que es el Señor de todo lo creado. Esta glorificación del Dios de Israel como el Señor y el Creador de todo el universo dimana, no de un «entusiasmo festivo espontáneo», sino de determinados datos del culto divino, y por ellos debe entenderse. El «Yahvé Seba- ot», que se halla presente y se manifiesta en la teofanía, es celebra­ do —en la tradición litúrgica del templo de Jerusalén— como el rey de todos los mundos (Is 6, 3; Sal 99) 14. En el Salmo 104, cuyo contenido desarrollaremos a continua­ ción, Yahvé está revestido de luz y esplendor real (Sal 93, 1). El Dios creador y rey irradia una majestad que es superior a todo lo de este mundo (ITim 6, 16). La maravillosa creación del cielo es objeto de especial alabanza en los himnos. Ese cielo es como el techo de una tienda, y ha sido extendido por Yahvé. Pero, mientras que el techo de una tienda se refiere a la «cubierta» tendida sobre el orbe de la tierra, la «alta morada» de Dios suscita la imagen de una vivienda lacustre construida por él mismo sobre las aguas del cielo con unos pilares inconmovibles (Gén 1, 7; Sal 29, 10) 15. 13 H.-J. K raus , o . c ., I, pp. 286-287. 14 H.-J. K raus , o . c ., II, p. 443. 15 E. P annier , Les Psaumes , o. c., pp. 548-555.

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