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372 MIGUE!. ÁNGEL QUINTANA PAZ Es como si el padre del ejemplo teísta supiese con seguridad que su hijo iba a cometer un asesinato si lo engendraba: el asesina­ to del hijo engendrado pese a todo sería, entonces, responsabilidad suya. Con ello llegaríamos a una nueva inconsistencia del atributo de omniscencia y el de bondad de Dios, que le impide ser respon­ sable de ningún acto malvado. Además, de nuevo la libertad huma­ na se pone en entredicho, pues si Dios sabe que voy a hacer algo, no puedo no hacerlo 73. Contra esta objeción, ya antigua en la teología natural, se han ensayado dos tipos de respuestas por parte de los autores teístas. Hay algunos que han admitido que la omniscencia y el libre albe­ drío son incompatibles, y por ello han limitado el concepto de omniscencia (concretamente su faceta de presciencia, o conocimien­ to del futuro). Así, para Prior 74, el hecho de que Dios no conozca el futuro no limita su omniscencia porque las proposiciones sobre las acciones humanas, si son futuros contingentes (como afirmará Aristóteles en su De Interpretations), no poseen valor alguno de ver­ dad: no son verdaderas ni falsas (todavía) y, por tanto, Dios no ten­ dría por qué conocerlas. Y efectivamente, si el hombre es libre las proposiciones sobre su futuro han de ser contingentes. Swinburne 75 también ha limitado el concepto de omnisciencia, pero de un modo diferente al de Prior, ya que cree que éste, como Aristóteles, se equivoca al decir que los enunciados sobre futuros contingentes no son verdaderos ni falsos: el uso habitual de «verda­ dero»» indica que una proposición sobre un futuro tal no es que no sea «aún»» verdadera o falsa, sino que ya lo es, lo que pasa es que aún no se sabe con certeza que esto sea así. Swinburne procede entonces a hacer una limitación real del concepto de omniscencia divina, y decide que como ésta era incompatible con la auténtica realidad del hombre, Dios ha preferido restringirse a sí mismo su omnisciencia para, a cambio, dotarnos de verdadera libertad. La omnisciencia divina quedaría en el campo de la lógicamente cog­ noscible. 73 N. P ik e , -Divine Omniscience and Voluntary Action«, en The Philosophical Review, 74 (1965). 74 O. Pappa, o . c ., p . 112. 75 R. S w in bu r n e , o . c ., p. 175.

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