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nes implican siempre cuerpo, especialmente aquellas ligadas a senti­ dos (¿cómo entender que alguien «vea» sin ojos?) 117. Penelhum, tam­ bién contra esta noción, ha resaltado lo difícil que es dar un criterio de identidad para personas espirituales, pues el cueipo es el princi­ pal criterio de identidad para las personas, y la memoria, criterio alternativo, es inverificable en algo que carece de cuerpo. Otros, como Mackie, atacan el término «espíritu» por lo alejado que se halla de los conocimientos científicos aceptados 118. A Flew y a Nielsen les han respondido incluso verdaderos escépti­ cos frente a la noción de espíritu, como el propio Penelhum, que con­ sidera que puede descubrirse coherentemente qué sería acaiar para un espíriai sin cuerpo (a veces podemos «ver» sin ojos, etc.). A Penelhum, a su vez, Swinburne le ha respondido que la memoria podría ser un criterio de identificación de los espíritus, y que el que nos resulte difícil­ mente verificable es un problema que ponen a nuestras capacidades cognoscitivas las peculiaridades de los espíritus, pero no es algo que valga contra el hecho de que tales espíritus peculiares existan (cómo los problemas para identificar una copia de Picasso muy bien hecha no van contra el hecho de que existan copias de Picasso). En el fondo, si el problema de Penelhum es el de Mackie (como identificar algo tan alejado de nuestros conocimientos científicos), cabe responderles, si no queremos caer en el irracionalismo de Crombie (aplicar el atributo de espíritu en un error categorial cometido adrede para resaltar que el refe­ rente de Dios es un misterio), diciendo que quizás éste sea un eiror de la ciencia y no de los millones de personas que han empleado el tér­ mino «espíritu» sin dificultad y racionalmente: es decir, quizá la ciencia no sea tan racional, tan completa y tan perfecta como para rechazar todo lo que no tenga cabida en ella 119. LA FILOSOFÍA PRAGMÁTICA DEL LENGUAJE Y EL ABSOLUTO (II) 395 9. DIOS ES OMNIPOTENTE La omnipotencia de Dios es uno de los atributos que más para­ dojas ha planteado. Por ejemplo, en su relación con el mal: ¿puede 117 A. Flew - T. N ieth e, o . c ., pp. 2 2 ss. 118 J. Y o rk , o. c ., pp. 170-175. 119 Vid. O . Pappa, o. c ., p. 317.

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