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LA FILOSOFÍA PRAGMÁTICA DEL LENGUAJE Y EL ABSOLUTO (II) 393 lio que falta al que lo siente. Un ser que ya tuviera todo, ¿por qué iba a querer algo más? Además, si lo que quiere es bueno (pues no sabe pensar que Dios quiera lo malo) puede darse que eso ya lo sea Él, con lo cual no hace sino quererse a sí mismo, y eso no es amor: y si eso no lo es Él, ¿cómo es que a la Suma Bondad le falta el bien que quiere?113. La réplica a estas críticas ha ido en dos sentidos. Por un lado, se ha criticado el equiparar amor con ese deseo de lo que no se posee, recordando que, para Platón, ese amor-deseo era el «eros» griego, y, sin embargo, el cristianismo se funda más bien sobre el concepto heleno de «ágape». El amor no sería, pues, tanto una bús­ queda de lo que se carece como un trato especial, cuidadoso y bondadoso, hacia lo que se tiene cerca de un modo u otro. Por otro lado, se ha hecho preciso diferenciar entre querer algo por sí o quererlo para otra cosa. El segundo tipo de amor no sólo no es lo que se entiende como amor verdadero, sino que es inapropiado a Dios, pues no le hace falta depender de medios para sus fines. Pero el tipo de amor que implica querer algo por sí no desmerece la Omnipotencia del que lo quiere, pues no se quiere por necesi­ dad algo sino por simple voluntad. Además, Dios no sólo quiere por sí aquello que ya es suyo (ha creado) de modo egoísta, sino que también quiere aquello que aún no es igual a su voluntad, esto es, la voluntad libre de los hombres. Es así su amor especial­ mente puro: sin necesitarlo para nada, Dios quiere al hombre en su libertad; la suma bondad quiere las pequeñas bondades de los hombres libres no porque aumenten en nada su perfección, sino sólo porque sí, sin fatalismo ninguno. Y es que Suma Bondad no significa que él sea ya todo lo bueno (las acciones buenas de los hombres, al menos en una minúscula parte, dependerán de la liber­ tad de éstos), sino que lo bueno del mundo no lo aumenta (y no le «hace falta») en su ya infinita bondad. En pocas palabras: a Dios le falta el bien que ama (no se ama a sí mismo sólo) pero no le «hace falta»114. 113 B. S ch id er , «L’amore di Dio: tre domande», en Filosofi , 1 (1987) 37-40. 114 M. C o sta n z o , o . c ., pp. 118-123.

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