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388 MIGUEL ÁNGEL QUINTANA PAZ de las discusiones sobre el argumento ontologico, y san Anselmo volvió a estar de moda en una tradición tan diferente como la anglosajona del siglo xx. Naturalmente, en esa tradición, una de las primeras críticas a Mal- colm fue la de utilizar el concepto de «lógicamente necesario», cuando éste no es más que un reflejo de uso que le damos a las palabras, no algo con correlato en la realidad. Hume venía a rebatirle, pero otra filosofía, la de su maestro Wittgenstein, pudo ser utilizada por Mal- colm en su defensa. Así, aun admitiendo que la necesidad lógica sólo refleje el uso de las palabras, quizás en ese uso de las palabras se admita hablar de existencia lógicamente necesaria y, por tanto, en el uso que hacemos de esta noción en el argumento no incumplamos dicho uso habitual de las palabras, sino sólo saquemos una conse­ cuencia de él. El problema era demostrar que el uso habitual o de alguna forma de vida (Lebensform) medianamente común a muchos incluía esta noción de existencia lógicamente necesaria, y que no es sólo una noción típicamente filosófica y típicamente confundente, como también Wittgenstein advirtió que la filosofía podía ser. Si se piensa, por otro lado, que lo lógicamente necesario no es más que una relación entre signos, y no porque el uso sea éste, sino porque además debería ser éste y no cabe razonablemente hacer otro uso (al modo en que Quine piensa el concepto de «ana­ lítico»), entonces tampoco sería válido el argumento de Malcolm. En esta línea, si no hay más que proposiciones sobre objetos de tipo sintético y no necesario, decir que «Dios existe» no es necesario no es más que decir que tal proposición habla sobre el objeto Dios y no sobre ciertos signos lingüísticos. No desmerece los excelsos atri­ butos divinos, pues, decir que su existencia es meramente contin­ gente (si hablamos de contingencia lógica; evidentemente, si la con­ tingencia fuese ontologica si que desmerecería, pero al operar con el concepto «Dios» sólo operamos con la necesidad o contingencia lógica, «para nosotros», no «en sí»). En esta línea van las críticas de Plantinga a Malcolm 103. Malcolm también fue criticado en el sentido de que su argumen­ to valdría para innumerables «seres necesarios», no sólo Dios: es decir, 103 Ibid., p. 1443.

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