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382 MIGUEL ÁNGEL QUINTANA PAZ diez elevado a la sexagésima potencia en la fuerza inicial del univer­ so, hubiesen dado al traste con éste en sus primeros momentos. Tal precisión, tal orden, parece sumamente improbable espontáneamente, y mucho más probable si había Alguien que definió la cantidad de fuerza inicial y las leyes con las que se desenvolvería 93. Se han hecho numerosísimas réplicas a Swinburne. Ya hemos mencionado que los popperianos no estarán de acuerdo con su opi­ nión sobre la relación entre complejidad y probabilidad de una hipó­ tesis. También se ha apuntado que la existencia de varios creadores no tendría por qué acarrear diferencias entre las partes del universo si son todos los creadores juntos los que crean todo el universo; pero aquí la recomendación occamiana de no multiplicar los entes sin nece­ sidad, tan cara habitualmente a los ateos, ha bastado para desechar este tipo de hipótesis contra la unidad del Creador. No debemos olvi­ dar citar que el principio antropico, ya mencionado, vale igualmente contra el argumento teleologico: si el universo no estuviese ya orde­ nado no estaríamos aquí para asombrarnos de ese orden. Pero este principio también ha sido criticado, diciendo que, de todos modos, es sorprendente que estemos aquí para asombrarnos. Leslie lo ha com­ parado con la frase: «No tiene nada de soiprendente que los cien hom­ bres que me dispararon en el pelotón de fusilamiento errasen el tiro, pues de lo contrario no estaría aquí para contarlo»94. Ante ello, una nueva versión del principio antropico de Hawking afirma que, si existen mucho universos, entonces es probable que en alguno de ellos se den por azar las condiciones de vida inteligente, y uno de ellos es éste, donde nos asombramos del orden. A esto se ha respondido que, en el fondo, postular la existencia de tales universos a la vez del nuestro, aunque a menudo se haga desde la ciencia (mecá­ nica, cuántica, Wheeler...) no es una hipótesis menos fantasiosa y com­ plicada que la de la existencia de D ios95. Además, se le reprocha que al subsumir la explicación en la estadística rehúye una verdadera expli­ cación; pero este reproche olvida que no es el argumento antropico, 93 Vid. E. R o m e ra le s , o . c . 94 J. L e slie , «Anthropic Principle World Ensemble Design», en American Phi­ losophical Quarterly, 19 (1982) 141-151. Cit., apud M. C o s ta n z o , o . c ., p. 224. Vid. también A. P é re z d e L a b o rd a , o . c . 95 Ibid.

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