PS_NyG_2002v049n003p0367_0402

380 MIGUEL ÁNGEL QUINTANA PAZ explicación: ya que no es una explicación propiamente científica, sino mitológica, dado que acude a un ser incorpóreo y no captable ni por los sentidos ni por nuestros instrumentos de medida. Swin­ burne admitiría que su explicación no es propiamente científica, pero sí racional, como también es racional concebir a un espíritu incorpó­ reo. Todo esto se verá más adelante, al analizar el atributo de «espi­ ritual» aplicado a Dios90. 5.1.2. El argumento teleológico Es también Swinburne quien ha formulado en la teología filosó­ fica el argumento de tipo teleológico más comúnmente aceptado 91. En este campo, como en el cosmológico recién analizado, Swin­ burne opta por las pruebas de tipo inductivo. Rechaza, como viene siendo habitual desde Darwin, que la contemplación de seres orde­ nados (como organismos vivos) implique la presencia de una mente ordenada: «El origen de las especies» mostró que mecanismos «cie­ gos» podían dar lugar a formas de vida cada vez más complejas. Es curioso que este tipo de argumento sufriese un pequeño revival cuando la ciencia generalizó la segunda ley de la termodinámica y el concepto de entropía, olvidando que estos principios atañen al universo en general, y no a todos y cada una de las pequeñas par­ tes en que cabe dividirlo (que una hormiga sea un lugar donde el orden natural aumenta no basta para que en la globalidad del uni­ verso éste disminuya). El argumento de Swinburne, por tanto, es nuevo frente a estos defensores de una «mente» que explique a los organismos en su orde­ nación como un todo. Se asemeja más bien a su propio argumento cosmológico, aunque no maneja la noción de causalidad, como éste, sino simplemente la de explicación. En efecto, se apoya en que, para nuestro autor, debe haber una explicación del hecho de que un Uni­ verso con tan incontables elementos básicos y tan enorme, se desen­ vuelva armónicamente con unas leyes comparativamente escasas. 90 T. S. Jam es, o . c ., p. 213. 91 Vid. E. R omerales , «Argumento teleológico y cálculo de probabilidades», en Pensamiento, 48 (1992) 129-154.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz