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LA FILOSOFÍA PRAGMÁTICA DEL LENGUAJE Y EL ABSOLUTO (II) 379 propias leyes científicas, o la materia o la energía tal como son —y que diesen, por este modo suyo de ser, una explicación aún no encontrada de las leyes científicas? Chocamos aquí con el problema de la necesidad, que veremos en otros dos argumentos fuertes, el teleologico y el ontologico, y al que dedicaremos también un apar­ tado en la parte dedicada a los atributos divinos. Otro modo de responder a Swinburne es el de prescindir de la noción de causalidad fuerte que maneja y quedarnos con una expli­ cación causal de tipo probabilista, a la cual gran parte de la ciencia actual parece dar pie. Así, que el universo y sus leyes existan no es más que una probabilidad más, sin una causa concreta de ella fren­ te a las demás probabilidades (que el Universo no exista en absolu­ to, que exista pero de otro modo...). Ahora bien, ¿por qué resulta que se ha dado precisamente la posibilidad de que el existente sea este universo y no otro o ninguno, habida cuenta de que la proba­ bilidad de éste, en concreto, ha de ser infinitamente pequeña frente al resto de infinitas posibilidades? Bien, a esto se puede responder de dos modos. Por una parte, es posible que este Universo no sea el único «privilegiado» con la existencia, sino que los demás también se hayan visto agraciados con la existencia en un momento anterior, posterior o actualmente incluso, de modo paralelo. Y, por otra parte, aunque la probabilidad de este Universo concreto sea peque­ ña, hay que tener en cuenta que este nuestro preguntarnos por su probabilidad presupone ya que este Universo, donde existimos como seres que indagamos su probabilidad, sea el que es en efec­ to, exista. Dicho de otro modo: no nos asombraríamos de que este Universo existiese si no existiese, y, como en el fondo lo presupo­ nemos ya en el asombro, tampoco cabe asombrarse demasiado. Es lo que se ha conocido como argumento antropico 89, formulado por Dicke y Carter. Por último, debemos citar que también se ha acusado a Swin­ burne de que su explicación de las leyes del Universo por la exis­ tencia de Dios no es, como él quiere, preferible a la carencia de 89 Vid. una interesante exposición de este argumento en A. P ér ez de L a b o r - d a , La ciencia contemporánea y sus implicaciones filosóficas, Madrid 1987.

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