PS_NyG_2002v049n002p0333_0341

340 ANTONIO DE OTEIZA que un añadido de arcilla nos ilumine hacia otra realización, y será entonces el momento de dejarnos emocionar, de dejarnos llevar hacia eso que así se nos descubre, saber estar en capacidad recepti­ va, descubrir la imagen desde esa mínima apariencia, tener cierto instinto visual para aquello que así fluye de lo oculto. Pero las maneras de confeccionar una escultura son múltiples, y el maestro, aquel que pueda saber un poco más, deberá tener una total comprensión, ya que cada manera de expresarse responde a la propia persona y, consiguientemente, el producto final, vendrá a ser también distinto. Lo creativo, lo definitivamente bueno no se descubre desde un principio en la mente, la conclusión no puede estar en el comienzo. Cuando tratamos de hacer una escultura, la obra irá creándose por un proceso de correcciones, de eliminaciones positivas y de aña­ diduras positivas, y por ahí iremos alcanzando nuevas visiones de aquello que en un principio pretendíamos. Éste sea quizás el expo­ nente más elocuente de la fecundidad imaginativa del escultor, de la madurez de su saber hacer, la insistencia que ponga sobre su obra; porque ya toda figura, desde su primera composición, nos está obli­ gando a repetirla, a imaginarla repetidamente hasta encontrar su con­ clusión, y así irse vaciando el escultor de sus propias imaginaciones, que cada nueva versión venga a ser consecuencia de la anterior. Esta insistencia, en parte la podríamos considerar como un tra­ bajo de «series», pero no precisamente como aspectos de distintos episodios de una biografía, y sí más bien las variantes de una misma botella, de un mismo botijo. Quizás esta ética sobre el perfeccionis­ mo sea más bien escasa en nuestro panorama. Ahora, si desde nuestra atención de lo particular dirigimos nuestra mirada a lo universal, a los ciclos del arte con que se con­ fecciona su historia, vemos que cada forma de pensamiento y de vida que carga cada tiempo viene a propiciar una nueva expresión del arte: son los grandes acontecimientos los que nos determinan, y será por eso que ya nos podamos preguntar qué es lo que aparece a la vista y que próximamente nos pueda determinar en nuestro tra­ bajo de artistas comprometidos con la historia. Y nuestra sospecha se detiene en la realidad de esta tierra, de esta naturaleza que ahora padece de añadidas agonías.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz