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LO VITAL Y LO CREATIVO EN ESCULTURA 339 fuerza, que ha dejado en la obra su individualidad, y esa obra, a la vez, le viene a descubrir a él mismo. Una obra así de personal, para que se le descubra su verdad, su veracidad estética, deberá estar siempre en novedad ante el contemplador, que no canse, que no aburra; cuando se la mire una y otra vez, que no se repita, que aparezca siempre con una nueva resonancia, que esté en comunicación, que cada vez tenga la capacidad de comunicarse con quien la mire, que la mirada no resbale sobre ella, que se detenga, y si sucede eso, señal de que está viva. No puede remitir solamente a un recuerdo, como un retrato al personaje retratado, como retrato de difunto en la esquela mortuo­ ria para activar nuestra memoria. Es algo más, nos detenemos en ella misma, no remite, no es memoria, es presencia y presente, volvemos a ella y la encontramos con la misma frescura de la primera vez, viva, incorrupta. Otra nota de valor sería cuando a esa escultura se la descubrie­ ra cierta monumentalidad al margen de su tamaño físico, que ema­ nara de ella esa sensación, que pareciera que su contenido interior tratara de superar sus propias medidas. Esa escultura va creciendo desde abajo, prolongándose en verticalidad, perspectivándose, empequeñeciéndose en lo alto, se desproporciona en beneficio de esa unidad sentimental de monumentalidad. Los que se extrañan de algunas de sus partes empequeñecidas, digamos que sean las cabezas, de esa escultura así concebida, segu­ ramente no alcanzan a comprender la obra en su totalidad interior y, en definitiva, vengan a quedarse sin saber mirar, sin saber captar la palabra de esa escultura, falsos espectadores. Son aquellos mismos que dicen con despreocupación y alegría «es que yo no entiendo de arte», como si ese entender de arte es­ tuviera al margen de la cultura, de que no tiene por qué entrar en su vida. Poder desproporcionar la realidad, hacer que la figura pueda crecer, recrecerla, recrearla, es para las manos del escultor su real quehacer y siempre satisfactorio. Podrá suceder también que la figura que estamos proyectando la vengamos a descubrir en esos comienzos una distinta sugerencia,

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