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SUGERENCIAS EN TORNO AL SONETO «NO ME MUEVE, MI DIOS» 307 ESTRUCTURA INTERNA DEL SONETO Sin negarle un ápice a la importancia de su estructura externa lo verdaderamente valioso del soneto es su estructura interna. De todas las conocidas clases de composiciones poéticas, la más celosa en exigir al respecto al racimo de su estructura interna es el soneto. Sin esta estructura puede, sí, construirse una estructura externa idén­ tica a la del soneto, pero, si le falta la interna, podrá ser cualquier cosa menos soneto. El fin u objeto primario del soneto debe ser desarrollar con altu­ ra y dignidad poéticas un tema interesante, y de notable dignidad en sus conceptos. El desarrollo de esos conceptos y del tema debe hacerse en ascenso, elevando el nivel y el interés por el tema. Inclu­ so su forma elocutiva debe ser esmerada en propiedad y elegancia poética. Por exigencia de su naturaleza y por la estrechez de su extensión versal, deberá ceñirse a lo esencial, evitando todo lo irre­ levante y lo que no realce el tema. La estructura interna del soneto exige del poeta dos cuidados primordiales: concretez e intensidad. Por ello, deberá ceñirse a lo verdaderamente interesante para el tema. Pero no se pierda de vista que si ha de ser concreto en la exposición del tema, más importan­ te es que sea completo y muy preciso. Cualquier imprecisión en los conceptos o en el lenguaje desluce la belleza nítida que debe osten­ tar el buen soneto. A cceso El soneto que me propongo comentar es una de las joyas más preciadas de nuestra lírica hispana y a la vez la perla más preciosa de nuestra literatura mística en verso. Joya lírica por su perfección estructural externa y más aún por la altura cimera de su contenido ideológico. Un conjunto admirablemente coherente en su conteni­ do teológico-místico. Me parece la perla mística mejor tallada de nuestro lirismo místico en su perfección elocutiva tersa y exacta sin fiorituras innecesarias. Todo el soneto es esencia pura de esplen­ dentes bellezas. Su austera elegancia le viene de su impoluta senci­ llez, y más todavía del caudal aquilatado de acendrado misticismo. Es talladura de experto orfebre.

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