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SUGERENCIAS EN TORNO AL SONETO «NO ME MUEVE, MI DIOS» 329 Tal y como aparece en la línea anterior evidentemente es rela tivo. Como todo relativo ha de tener su antecedente explícito o implícito. En este caso, tal como aparece en el soneto el anteceden te está implícito y puede serlo cualquiera de los tres indicados, pires todos expresan de la misma forma el pensamiento. El que tal como aparece en el soneto se presta a una clara anfibología, lo mismo pudiera ser relativo que conjunción. Según las normas seguidas por la ortografía de la Real Academia, debería, siendo relativo llegar acento ortográfico, pues es palabra tónica. Pero esta norma no exis tía en tiempos del autor. De todas formas, es todo el contexto del soneto el que exige el sentido que acabo de exponer, de otro modo no solamente decaerá el interés y la fuerza del soneto, carecería de sentido, desentonando del conjunto. Es más, hasta estaría en contra dicción del todo el contexto. Si el que fuera conjunción, su único sentido posible sería éste: no tienes que pensar que yo te quiera. ¡Vaya bonita -manera de decirle a Dios lo que tiene o no tiene que pensar! Semejante frase sobre inútil y ridicula sería harto irreverente. Dios no tiene necesi dad de pensar nada porque todo ya lo sabe y lo tiene presente. Tal modo de expresarse, además, estaría en abierta contradición con el modo con que viene dirigiéndose a Dios en el resto de sus ver sos. En todos ellos, con seriedad y decisión, y con palabras muy pensadas y medidas ha tratado de exponerle reverencialmente a su Dios el deseo que tiene de amarlo por tantas razones, y sobre todo por ser quien es y amarlo con amor puro y desinteresado. Ese desin terés tiene su expresión cimera en decirle que no tiene nada que darle «porque aunque lo que espero no esperara,/ lo mismo que te quiero te quisiera». Con esta mi interpretación del que la conclusión final viene lógicamente justificada y primorosamente expresada en el último verso, que constituye así la afirmación más valiente, exacta y rectilí nea de decir a Dios que el amor que le tiene es el más puro y más absolutamente desinteresado, exento de toda mira personal, «pues aunque lo que espero no esperara,/ lo mismo que te quiero te qui siera». Realmente el verso subrayado es, o a lo menos a mí así me lo parece, la más primorosamente bella y la más cabal y acertada forma de expresar cómo es de puro y desinteresado su amor, pues sólo quiere a su Dios por ser quien es, y no por sus cosas por bue-
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