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SUGERENCIAS EN TORNO AL SONETO «NO ME MUEVE, MI DIOS» 321 tralmente en agradable gradación de lo bueno a lo sublime de lo negativo a lo positivo. No sé si con plena advertencia tuvo en cuen ta que la belleza se enriquece con elegantes y precisas antítesis o contrastes, el caso es que lo logra cabalmente. Así contrapone en fuerte antítesis cielo-infierno, no y sí. La primera antítesis la usa en el primer cuarteto y la repite, pero con más intensa expresivi dad, en el primer terceto. Un valor indudablemente relevante resulta del hábil ordena miento de los seis motivos que asisten al autor y que lo impulsan de modo terminante a amar a Dios con amor puro. El autor ha logra do la difícil tarea de concentrar esos seis motivos en sólo cuatro ver sos. Para la perceptiva literaria puede que el más estimable valor expresivo radique en la abundancia elocutiva, tan precisa, tan exac ta, tan tersa. Esa su precisión elocutiva la resalta mediante los salpi cados esmaltes de las impresionantes intensificaciones magnífica mente conseguidas en ambos tercetos, todo ello resaltado en espléndida gradación ascendente. Finalmente, entre la cuantía rebosante de méritos literarios sería imperdonable no subrayar la óptima henchura impecable de todos sus versos y de sus cuatro estrofas. El ritmo versal, sumado a su ine fable naturalidad, transmite una melodía sedante y exquisitamente fluida. El conjunto del poema resulta sumamente armonioso al oído y exquisitamente deleitoso al sentido estético. Su parte elocutiva, ornamentalmente sobria y delicada en su exactitud, como la arqui tectura de un templo dórico, brinda un equilibrio en exacta conjun ción con la sobriedad respetable de lo sacro. La armónica distribución proporcionada de sus resaltados reta les de períodos nos coloca ante claridades aurórales y de vistosida des apolíneas. El dominio de lo conceptual sobre lo literario resalta a primera vista, y más lo llano sobre lo imaginativo. En tema tan serio y tan valientemente desarrollado no queda sitio para el juego de la fantasía. Incluso la parte emocional, que el tema amor parece reclamarla, pues estaría muy en su sitio, existe sí, porque induda blemente existe la emoción mística, pero aun ésta con sordina. A ella se sobrepone la sublimidad y el alto valor de pensamientos y la profundidad de conceptos. El único defecto que una exigente preceptiva literaria puede apreciar en nuestro soneto es la pobreza de sus rimas consonantes.
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