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Ejemplo: «¡Oh amigo mío muy amable, bondad benignísima de los que te buscan y con fianza de mi corazón, Dios deificador de los que se dan a ti, esperanza entera de mis entrañas, etc.»46. No es que Osuna quiera insinuar que Dios sólo nos ama de esos 27 modos. De sobra sabía él que los modos de Dios son infinitos y por infinitos inagotables. Efectivamente, lo mismo que los indi­ viduos humanos teniendo la misma naturaleza y siendo inconta­ bles en número, todos son distintos, ninguno igual a otro; y todas las almas teniendo la misma naturaleza espiritual, no hay ninguna igual a otra, de la misma manera no hay dos santos iguales, aun­ que a todos los ha santificado la misma gracia santificante y el mismo amor, la medida de la santidad es el amor con que se ha corresponde a esa gracia. Sin embargo, ambas cosas, gracia y amor, lo han hecho de distinta manera en cada uno de ellos. Y en todas las almas que se han santificado y se santificarán lo harán con los mismos medios. También Dios ha santificado a todos y a todos los ha tratado con la misma gracia y con el mismo amor, pero a cada uno de distinto modo. El preparador y comentarista de este Tercer abecedario espiri­ tual, Saturnino López Santidrián, resume así las diversas formas para llegar a Dios según este Abecedario: «(En primer lugar el pri­ mer factor debe ser) el propio hombre, hecho a su imagen. Su alma ha de ser como un espejo no empañado; como un remanso de agua que refleje el rostro divino; como vidriera o piedra crista­ lina traspasada por los rayos del sol; santuario silencioso y limpio; tabla de oro del propiciatorio que nada pintado tiene sobre ella; castillo en cuya íntima estancia se desposa el Señor (¿no tomaría de aquí santa Teresa el nombre y la inspiración para sus siete cas­ tillos?) consistorio divino para sus secretos, vaso de maná, pesebre angosto donde nace Jesús, cama florida de su amor, ciudad de Dios, santo sepulcro, paraíso de la amistad. Cuando el alma está en gratuita y caritativa operación, las tres potencias internas se orientan hacia Dios y son transformadas por las virtudes teologa­ les». A todos y cada uno de los miembros de este extenso párrafo el autor le señala en nota qué le corresponde en el Abecedario 47. 46 Id., ibid., p. 310. 47 Id., ibid. Multitud de pp. diferentes. SUGERENCIAS EN TORNO AL SONETO -NO ME MUEVE, MI DIOS- 319

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