PS_NyG_2002v049n002p0265_0295
que cree que existe un jardinero. Las retiradas estratégicas ante los ataques que se le lanzan desde un intento de falsaria, hacen que al final la aseveración no se distinga de su contraria, pues es incapaz de decir qué es lo que tendría que suceder para constituir una refu tación de «Dios existe», o de «Dios nos ama». Por tanto, esta aseve ración no dice nada. Demostrar, por parte de los filósofos no ateos, que «Dios existe» sí que posee un significado, es lo que se ha llama do «el desafío de Flew». Las respuestas han sido, básicamente, de dos tipos: o bien demostrar a Flew que tal aseveración sí que tiene significado, y que tal significado es empírico, en contra de lo que Flew negaba; o bien demostrar que «Dios existe» tiene significado, pero un significado de tipo no empírico, sino de otro tipo. Las pri meras respuestas se agrupaban en lo que Blackstone 16 llamó «dere cha oxoniense», y las segundas, en la «izquierda oxoniense». Antes de pasar a ellas hay que destacar, empero, que la izquier da oxoniense a veces se aleja de lo que llamamos teología filosófi ca, pues no sólo quita a las aseveraciones religiosas el carácter de empíricas, sino incluso el de cognoscitivas, con lo cual no sólo reniega del racionalismo al que aspira la teología filosófica, sino que, de hecho, se sitúan más allá del desafío de Flew, ya que éste advertía, en su ensayo primero, que no vale considerar a las propo siciones religiosas como criptomandatos, expresiones de deseos, plegarias desviadas o preceptos morales clandestinos, ya que ello es escasamente ortodoxo e ineficaz: las proposiciones como «Dios exis te» pretenden, sin duda, proporcionar información sobre el mundo, aunque posean otras finalidades incorporadas 17. También hemos de dejar claro que la postura de Flew no cabe interpretarla como simple agnosticismo. El agnóstico cree irresolu ble racionalmente la cuestión de si Dios existe o no, pero admite un significado a aquello que considera «lógicamente indecible». Flew, sin embargo, al negar significado a la expresión «Dios existe», no sólo asegura que sea racionalmente irresoluble, sino que lo es por que no significa nada, y no por carencias de nuestra capacidad racional. Es cierto que Flew, como todo ateo semántico, no asevera- LA FILOSOFÍA PRAGMÁTICA DE LENGUAJE Y EL ABSOLUTO (I) 271 16 W . B lackstone , II problema della conoscenza religiosa, Milán 1973, p. 76. 17 A. Flew , o . c ., p. 975.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz