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292 MIGUEL ÁNGEL QUINTANA PAZ La postura de E. L. Alien es semejante a la de Smart48. Las prue­ bas de la existencia de Dios no tienen una finalidad informativa o cog- nitiva, sino estimular la adoración. Tal es el secreto de la vitalidad del argumento ontológico pese a sus numerosas refutaciones: su uso es un acto de adoración en que el alma se inunda de temor religioso. R. B. Braithwaite49 reclama que el verdadero empirista no haría lo que hace Flew (partir de un concepto de significado aprorístico), sino que observaría los usos empíricos que se hacen por parte de los que usan una expresión religiosa para, desde ahí, reconocer el signi­ ficado en tal uso. En su análisis, según estas premisas, Braithwaite llega a la conclusión de que las afirmaciones religiosas no pretenden ser cognitivas sino morales (expresan intenciones de adoptar un deter­ minado modo de vida). Por ejemplo, la expresión «Dios es amor» expresa la intención de quien la pronuncia de seguir un modo de vida caracterizado por el amor de «ágape»50. La única diferencia con la moral es que en lo religioso son relevantes tanto el comportamien­ to exterior como el interior; y que la religión ayuda a seguir los pro­ pósitos que en ellos se expresan vinculando la intención a una histo­ ria que no tiene por qué ser verdadera: «Muchas personas encuentran más fácil decidir y realizar una acción... cuando tal conducta viene asociada en sus mentes a ciertas historias. Y en mucha gente la cone­ xión psicológica no se ve debilitada porque la historia ligada con el modo de comportamiento no sea verdadera... Si la historia contiene incongruencias puede apoyar igualmente o incluso mejor una forma de comportamiento»51. Las historias del cristianismo serían las de la Biblia. R. Hepburn, en una línea similar52, saca las consecuencias de la postura de Braithwaite que los críticos achararán a éste: el cristia­ nismo, entendido de este modo, poco tiene que ver con el ortodo­ xo. Pero Hepburn considera que lo equivocado es este cristianismo ortodoxo, que considera la religión como «aventura cognoscitiva»53. 48 Vid. F. C r e u z o t, o . c ., p. 17. 49 Ibid., p. 18ss. 50 Ibid., p. 20. 51 Ibid. 52 Ibid., p. 21ss. 53 Ibid., p. 22.

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