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276 MIGUEL ÁNGEL QUINTANA PAZ pensaba Flew al lanzar su desafío. Es como si el creyente de su pará­ bola le dijese al escéptico: «tranquilo, cuando nos muramos verás al jardinero». Dado que no hay certeza de que haya una vida tras la muerte (certeza empírica, de la que habla el desafío de Flew), trasla­ dar a este momento la falsación posible equivale, de nuevo, a tras­ ladar a «ningún momento», es decir, a negar que tal falsación sea posi­ ble, y, por ello, arrancar todo posible significado al término infalsable «Dios». Aunque no cambie el significado de «falsación empírica», como hace Ramsey, el espacio y tiempo en que coloca los datos una con­ notación muy diferente a la querida por Flew, de modo que habría que llamarla «derecha moderada», pues cumple de modo muy sui generis el requisito de la derecha oxoniense de dar respuesta a Flew en su campo. De hecho, y hasta el momento de la muerte, el len­ guaje religioso según Crombie adquiere significado por la analogía y el criterio de autoridad, que serán dos de los criterios que dará la izquierda oxoniense para oponerse al criterio de significatividad en lo religioso de Flew. El unir a estos criterios a la falsación post mortem es, entonces, lo único que diferencia a Crombie de la izquierda oxoniense, y en esto le ocurre lo mismo que a J. Hick 21. Éste, en vez de «falsación post mortem- habla de «verificación escatológica»; verificación y falsa­ ción se igualan al hablar no de una ley general (como en la ciencia) sino de un hecho particular («Dios existe») presuntamente comproba­ ble con una sola experiencia y que es cierta, total e irrefutable (la experiencia de después de la muerte). No cabe pensar, pues, que en un momento tal una falsación de «Dios existe» no equivalga a una verificación de «Dios no existe», o viceversa. Hick, sin embargo, justifica esto de modo diferente al de Crom­ bie. No es que la referencia de las expresiones teológicas no sea empíricamente falsable en esta vida por referirse a otro ámbito, sino porque, aunque refiriéndose al ámbito empírico, constituye una interpretación global de él, y esa interpretación total no es falsable, ya que no puede referirse a otra cosa con la que confrontarse. Es como si en la parábola de Flew no se hiciese una afirmación sobre el jardinero de un paraje concreto, al cual puede venir o no ese jar- 21 J. H ick , Fede e conoscenza , Roma 1973-

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