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LA IDENTIDAD CAPUCHINA EN LOS ANALES. 263 ta también el hecho de la vida virtuosa, de la entrega de estos frai­ les a su opción de vida. Por tanto, la santidad de estos personajes no solamente está vinculada al ejercicio de algunos milagros por parte de estos hermanos, también es directamente proporcional a la vinculación de todos ellos con la Orden. Se da, pues, una doble equiparación: santidad-fidelidad, santidad-milagros. A propósito de la santidad llama la atención y da que pensar el hecho de que algunos de estos frailes con gran fama de santidad no hayan tenido un proceso o no se haya intentado hacer nada, oficial­ mente hablando, con sus ejemplos de vida y milagros. No sería muy acertado pensar que nuestro cronista hubiese inventado todos estos relatos y milagros, ya que están presentes también en las crónicas anteriores y parece ser que responden a una tradición antigua y que están recogidos en documentos concretos. Es posible que figuras de santos posteriores al periodo que nosotros estudiamos, como Félix de Cantalicio, eclipsase a estos otros personajes que verdaderamen­ te gozan de una fama de santidad o quizás no gozaron de la propa­ ganda adecuada debido a su reducido culto o no tuvieron aproba­ ción por parte del clero, lo cual terminó por atrofiar dicho culto. Exactamente no sabemos los motivos por los cuales la Orden ha dejado de lado algunas causas que podían haber gozado de éxito, pero no nos cabe la menor duda que algunos de estos hermanos podían haber fructificado como santos oficiales. Como colofón de todo el estudio hemos querido también ave­ riguar el tipo de identidad que Boverio nos quería revelar en su obra, si se trata de una identidad específicamente capuchina o si la vivencia de la misma tenía lugar ya en otras órdenes. Y concluimos que es evidente que el ejercicio de las virtudes que se nos descri­ ben en el texto bien podía darse en otras Órdenes, sobre todo en la familia franciscana, pero destaca una cosa especial, la forma como estos hermanos viven esas virtudes, un modo de acometerlas soste­ nido fundamentalmente por una necesidad de observar más radical­ mente el espíritu de la Regla propuesto por san Francisco. Sin embargo, no nos podemos conformar con decir que solamente el aspecto formal de esta vivencia es el que configura la identidad que Boverio nos ofrece, sino que tenemos que ir más allá y decir que la costumbre en la vivencia de este aspecto formal facilita el que se forme y se vaya configurando poco a poco un tipo de identidad

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