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204 POLICARPO FELIPE ALONSO esperanza que tenían depositada en sus descendientes, y porque se veía como un desperdicio el hecho de que un noble, con una buena educación y crianza, fuese religioso. Éste es el motivo por el que no se cita ningún caso semejante en el seno de las familias humildes. Es necesario tener presente este proceso primero de conver­ sión porque se encuentra dentro de las instrucciones para la recogi­ da de material, formando parte directa del programa hagiográfico. 1.2.2. Conversión a la Orden capuchina Casi la totalidad de los religiosos de los que nos habla la Cró­ n ica provienen de la Observancia y muchos de ellos intentaron pro­ mover la reforma en el seno de esta, pero no fue posible llevar a cabo tales deseos por los impedimentos y las trabas de los superio­ res mayores. Esto hizo que se buscasen nuevos medios para vivir más radicalmente la observancia de la Regla, y la alternativa estaba en la nueva y floreciente Orden capuchina. Personajes como fray Luis de Regio 322, Bernardino Jorge de Regio 323, Francisco de Pale­ món 324, Bernardino de Asti 325, Francisco Essino 326 hubieron de reca­ lar en la nueva Orden en busca de mayor radicalidad. Esta situación la aprovecha Boverio para introducir, con su característica manera de redactar, toda una serie de motivos de entre los que destaca el colocar a la Orden capuchina como la alternativa más radical y fiel a una Observancia en constante deterioro. Los casos abundan en la C rón ica. Tenemos, por ejemplo, a Jerónimo de Montepoliciano, que «deseoso de observar la Regla con perfección, se fue á fray Luis de Fosambruno y recibió de su mano el habito capuchino...» 327. Justino de Panigaleo, aunque muy ancia­ no ya, pero con «gran deseo de la observancia purissima regular... entro en la reformación» 328. Pero el ejemplo más claro de necesidad 322 Lib. 5, cap. XXI, n. 133, p. 254. 323 Id., p. 254. 324 Lib. 9, cap. V, n. 42, p. 392. 325 Lib. 12, cap. VII, n. 52, p. 549. 326 Lib. 4, cap. I, n. 6, pp. 163-164. 327 Lib. 9, cap. X, n. 91, p. 404. 328 Id., cap. XIII, n. 111, p. 411.

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