PS_NyG_2002v049n002p0199_0264

238 POLICARPO FELIPE ALONSO consideraba como santo, sino toda una serie de elementos físicos que habían estado en contacto con él: su hábito, la cuerda, el agua con que se había lavado y, quizá lo más importante, el lugar donde había dejado sus despojos mortales. Pero, una vez más, tenemos que reiterar que no podemos ceñir el culto popular únicamente a la admiración por toda esta serie de fenómenos racionalmente difíciles de entender, ya que detrás del aprecio popular hacia los personajes que gozan de santidad se esconden toda una serie de virtudes que hacen que se dé precisamente ese culto. De este modo, las renun­ cias a todos los niveles (rechazo de bienes, renuncia de placeres, abandono de la voluntad propia...), la práctica de la penitencia, la mortificación, la ascesis..., son elementos de primer orden que gene­ ran y fomentan dicho culto. Con todo, debemos tener presente que esta fama de santidad se centra en dos modelos importantes: aque­ llos frailes que gozan de fama de santidad durante su vida, que sus­ citan una admiración y un reclamo por parte del pueblo, como pue­ den ser Antonio de Córcega, Mateo de Leonisa o el propio Mateo de Bascio; y aquellos que, una vez muertos, reciben un culto o una veneración especial mayor aún de la que tuvieron en vida, como Luis de Regio o Jerónimo de Montepoliciano. También podría tener cabida en este segundo grupo Mateo de Bascio, el cual destaca por ser el que más milagros realizó después de muerto. Todos los motivos cultuales que acabamos de exponer están puestos de manifiesto en nuestra Crónica. En lo que toca al fenó­ meno de la incorruptibilidad y del buen olor, decir que es patrimo­ nio común de todos los frailes. Abundan los testimonios de frailes incorruptos, y también de olores especiales después de muerto, que acreditan su santidad y suscitan la fe del pueblo. Con todo, las visi­ tas del pueblo a las tumbas se hicieron muy cotidianas, con ellas solicitaban todo tipo de gracias, sobre todo curaciones. De Francis­ co Titelman nos dice Boverio que «estendida por el lugar la fama del caso (prodigios en su cuerpo), acudió al sepulcro del santo varón copiosa muchedumbre de enfermos invocando su ayuda e intercession para sanar de sus enfermedades, y fueron sin numero los que salieron con entera salud» 38°. También de Mateo de Bascio, 380 Crónica, Lib. 6, cap. XVIII, n. 115, p. 299.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz