PS_NyG_2002v049n002p0199_0264

232 POLICARPO FELIPE ALONSO a Dios en el mismo centro de la vida del religioso 370. La vida del reli­ gioso, fundamentada en la oración, es expresión de esa relación que no puede dejar de manifestarse en todos sus actos, y esto con mayor motivo cuando se trata, como es el caso, de figuras de santidad. El ejemplo, una vez más, continúa siendo san Francisco. Una cita de Francisco de Jesi apoya nuestro discurso: «... la oración es el fin, y el blanco de la vida del Religioso á quien las demás acciones se ordenan. Porque como el precepto mas alto, que se ha dado a los hombres, es amar a Dios sobre quanto ay, y nadie puede llegar a amarle, sino es gustando pri­ mero en el alma la suavidad, con que se estraña en los corazo­ nes, de aquí resulta, que la oracion sea necessaria para alcanzar el amor perfecto de Dios, por ser la que nos lleva a sentir su dulzura»371. Bernardino de Asti concede a la oración el título de «madre de la Religión» 372, y describe la virtud principal del buen religioso: «... si alguno quiere saber de mi, quien en mi opinion es buen Religioso, responderé en una palabra: El qu e h a z e oracion, si me preguntasen, quien es el mejor Religioso, responderé: El qu e h az e mejor oracion , y si me preguntaren, quien es excelente Religioso, responderé: El qu e h a z e excelente oracion». La oración «es el ori­ gen de donde nacen los primeros movimientos a la devocion; el esfuerzo para aborrecer, y dexar los vicios, el aliento para abracar el rigor de la penitencia, el estimulo para solicitar las virtudes, el impulso para menospreciar el siglo, y todas las cosas; la guia para entrar en la senda de la perfección Evangélica, los progressos 370 Eusebio de Ancona «enseñava que lapobrera sesustenta, y se perficiona con la oracion, y contemplación de los bienes divinos. Porquecomo el sabor, que resulta de meditarlos, arroja del animo todo el gusto de lo terreno; de aquí nace la perfecta pobrera de espíritu, y de aquí también se alimenta, aspirando el alma a aquel sumo, y divinissimo bien, que es solo el manjar de que gusta, y tomando has­ tio a lo demas, que se ordena a fines criados, y temporales, y no sirve mas, que de divertirla de su contemplación, y dexarla menos hábil para ella». Lib. 12, cap. I, n. 6, p. 533. 371 Lib. 10, cap. VIII, n. 65, p. 442. 372 Lib. 12, cap. VIII, n. 67, p. 554.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz