PS_NyG_2002v049n002p0199_0264

220 POLICARPO FELIPE ALONSO propias vivencias. Pero para llegar al nivel de fama del que Boverio hace mención debieron centrarse en el ejercicio continuo de las vir­ tudes; así, ambos destacan por poner en práctica todas las virtudes, vivir una pobreza extrema, fundamentar su vida capuchina en la oración y someterse a todo tipo de penitencias..., llegando así a gozar de una gran fama de santidad en toda la Orden 35°, lo que hizo que fuesen elegidos generales de la misma. Por lo que respecta al ejercicio de su cargo, sobresale la caridad en el trato con los hermanos. De fray Bernardino de Asti se dice que: «su cordura y su caridad en curar el rebaño, que tenía a su cargo era perfectissima, atendiendo como vigilante y amoroso pastor al beneficio de sus ovejas, a sus costumbres, a su estado, a su cali­ dad, a sus enfermedades y sus heridas, juntando al oficio de pas­ tor el de medico, que aplicava a unos y a otros conforme a las diferencias de los achaques... los exortava, los reprehendia y amo- nestava con tal caridad, que salían inflamados y fervorosos con la reprehensión...»351. De la exposición que hace Boverio de Francisco Essino se puede concluir lo mismo: la necesidad de inculcar en los hermanos, caritativamente, una mayor perfección en la observancia regular. Los consejos que ambos hermanos procuran facilitar a los demás her­ manos de la Orden no son más que proyecciones de la vivencia de sus virtudes, haciendo especial fuerza en el ejercicio de la pobreza sostenido por la oración, y todo ello bajo la máxima de la continua observancia regular. Los milagros facilitados por Boverio constituyen el premio de Dios a una vida tan meritoria, al menos eso se deja entrever en una cita que hace a propósito de Francisco Essino: «Quan agradables fuessen a Dios, y de quanta eficacia, los méritos del bendito varón, fue su Magestad servido de declararlo con varios milagros» 352. Tam­ bién de fray Bernardino de Asti cita que «... se llegavan unas señales conocidas de santidad, con que la grandeza inmensa de Dios mani- 350 Lib.10, cap. VIII, n. 61, p. 440. 351 Lib.12, cap. VIII, n. 65, pp. 553-554. 352 Lib.10, cap. XI, n. 78, p. 448.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz