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200 POLICARPO FELIPE ALONSO 1. E lementos comunes en los relatos de las figuras de santidad Antes de nada debemos señalar que por elementos comunes entendemos toda una serie de aspectos que coinciden en la mayo­ ría de las vidas redactadas por Boverio. No están presentes, pues, en todas las vidas a las que hace referencia nuestro autor ya que, evidentemente, no pudo encontrar las mismas fuentes de todos los hermanos y de alguno le falta información; pero sí configuran un esquema general que se basa en las citadas instrucciones para la recogida de la materia de las crónicas capuchinas. Varios son los lla­ mados elementos comunes: el relato de la infancia con todas sus vicisitudes: virtudes, piedad de los padres..., la insuficiencia de la Observancia para ofrecer cauces más severos de vida, el ejercicio de las virtudes y, finalmente, los signos milagrosos. 1.1. Los relatos de la infancia Están configurados por varios puntos: el linaje de procedencia, la piedad de los padres, algunos anuncios de futura santidad, virtu­ des más destacadas y educación primera. Por lo que respecta al lina­ je, no todas las procedencias de los frailes son de familias ricas, tam­ bién los hay pobres, y no por ello son menos importantes. De entre los linajes ricos destaca Jerónimo de Montepoliciano, perteneciente al «linaje de los Pagancio, que entre las familias de Montepoliciano es de las mas nobles»; sin embargo, puntualiza Bove­ rio que «su nobleza mayor consistio en sus virtudes, que empegó a dar clarissimas muestras desde sus tiernos años»311. En esta aclara­ ción de Boverio se esconde el secreto del verdadero linaje, en el ejercicio de las virtudes de que el futuro fraile es capaz, y no en el linaje de sangre 312. Pero además del linaje de los ricos, existe un 311 Crónica, Lib. 9, cap. X, n. 90, p. 404. 312 Otros casos de frailes provenientes de linaje noble son: Juan de Zuazo de Medina del Campo, Lib. 11, cap. II, n. 4, p. 472; Pedro de Mazara, aunque para este religioso el hecho de provenir de linaje noble le valió para hacer siempre el mal, Lib. 10, cap. XVII, n. 120, pp. 462-463; Mateo de Leonisa, Lib. 12, cap. II, n. 14, p. 535;

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