PS_NyG_2002v049n001p0157_0168

162 ÁNGELA BENABARRE ARINO momentos de este mismo proceso genético que se pertenecen uno a otro de modo necesario. Para Kant, la forma aunque mera expresión de relaciones espa­ cio-temporales, constituye el principio objetivamente del conoci­ miento. En cambio, para Humboldt, el concepto de forma no lo res­ tringe a la unidad que se expresa en la cópula del juicio (»es»), sino que lo amplía a la totalidad del lenguaje. Por ello, la prioridad de la forma frente a la materia, que junto con Kant afirma Humboldt y que encuentra expresada con la mayor pureza en las lenguas de fle­ xión, es concebida por Humboldt como un prius de valor y no de existencia empírico-temporal, puesto que la existencia de cada len­ gua ambas determinaciones, la formal y material, están necesaria­ mente coestablecidas 9. L en g u a je y so cied a d Determinando la base y sustrato metafísico que se halla en la obra prelingüística de Humboldt, estarían las teorías de la evolución continua y de la cultura progresiva como interpretaciones del dina­ mismo del ser, cuya realidad primera es el hombre. En estas teorías se vierte el optimismo humboldtiano en la confianza y convenci­ miento del progreso humano. Humboldt sostiene que el fin de los hombres está en ellos mismos. Anterioridad del lenguaje a toda sociedad y exigencia social del lenguaje: en este punto se desarrolla una curiosa paradoja: por una parte, el lenguaje es anterior a toda comunidad. El pensamiento sin lenguaje es imposible. Usamos el lenguaje previamente para pensar, no para transmitir lo pensado. Pero, por otra parte, este requisito nos conduce hacia el próji­ mo, hacia la comunidad entera. El lenguaje, que comporta en sí todo, expresa la totalidad del individuo, expresa lo que somos. El lenguaje tiene en su raíz un inmutable dualismo, que le lleva a la exigencia de un tú. Así, «el lenguaje tiende puentes de una indivi­ dualidad a otra, y da lugar a la mutua comprensión»10. 9 H ans-G eorg Gadamer, o . c ., 27 . 10 E rn st Cassirer, o . c ., 20 .