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160 ÁNGELA BENABARRE ARINO le confiere dignidad al hombre respecto al animal. Según la convic­ ción más íntima de Humboldt, debe considerarse el lenguaje como puesto en los hombres de manera innata: «la lengua no se podría inventar si su arquetipo no estuviera ya existente en el intelecto humano». El lenguaje no es una mera suma o yuxtaposición de palabras y silencios, sino una fluida disponibilidad organizada. El lenguaje mana necesariamente del hombre mismo, pero «de tal modo que su orga­ nismo no yace como una masa muerta en la oscuridad del alma, sino que condiciona como ley la función de la facultad de pensar y, por tanto, la primera palabra ya da el tono y presupone a toda lengua»5. El lenguaje aparece como un organismo, en el que, de acuerdo con la definición aristotélica, el todo es anterior a las partes. El len­ guaje, por tanto, nos aparece como una unidad bien formada. Nada aislado existe, cada uno de sus elementos sólo se manifiesta como parte de un todo. Así, se afirma el primado de la oración frente a la palabra aislada. La palabra siempre hace referencia al todo que la produce. El caudal de palabras es siempre generación renovada que, sin embargo, no es mera obra de la memoria, sino de la pose­ sión de la clave de la formación de palabras 6. Así se expresa como un organismo que vive sólo en la totalidad y conexión de sus par­ tes. De este modo, el lenguaje para Humboldt no es pura recopila­ ción; con él, adquiere un cariz nuevoren cuanto comprensión del fenómeno en su totalidad el lenguaje, en definitiva, puede restrin­ girse a cualquier forma del habla. Así pues, «en rigor, sólo la totali­ dad de estas formas podemos considerarla como «el lenguaje»; sólo la forma y su desempeño universal regido por determinadas leyes, puede considerarse que constituye su substancialidad y su consis­ tencia ideal»7. 5 G. H umboldt , Estudios comparativos de la lengua en relación con las distin­ tas épocas de la evolución del lenguaje, Buenos Aires 1968, 3-19. 6 E rnst C assirer , Filosofía de las formas simbólicas, México 1971, 108-116. 7 O. c., 116.

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