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166 ÁNGELA BENABARRE ARIÑO Según la opinión habitual lo que hace a un pueblo diferente a otro es su cultura. Y la cultura remite a la nación que habla esa len gua. Lengua y cultura están íntimamente unidas. Sin embargo, el que constituye el hecho diferenciador por excelencia es el lenguaje, mediatizador de la cultura. Para Humboldt las lenguas: «... cada una con la fuerza ínsita en ella, transforman lo que les conviene colecti vamente a todas, en propiedad del espíritu»14. La propia estructura del lenguaje había de tener una repercu sión en la forma que se organizaba la experiencia y, en consecuen cia, participa de la formación de la experiencia. Si las estructuras de determinados lenguajes diferían, la organización de la experiencia y la cultura habían de diferir de modo igualmente radical. La presente discusión de la tesis de la participación del lengua je en la experiencia ha sido suscitada posteriormente de modo rele vante en el ámbito anglosajón, por Edward Sapir y Benjamín Lee Worf. Sin embargo, Humboldt fue el primero en defender la tesis de la participación del lenguaje en la experiencia con argumentos lin güísticamente fundados, ideas que tienen vigor hasta hoy, especial mente en la lingüística alemana. Para Humboldt la visión del mundo depende de la lengua; las formas interpretativas de la experiencia están mediatizadas lingüística mente. Gadamer si bien retoma la tesis de Humboldt: «la acepción del lenguaje como acepción del mundo», sin embargo, la va a completar. Para Gadamer no solamente la visión del mundo depende de la len gua, sino que existe una correlación entre lengua y visión del mundo. El mundo expresado por el lenguaje no hace objeto al mundo, sino que en la relación fundamental de lenguaje y mundo se da una mutua implicación, y dicha implicación entre pensamiento y lenguaje tiene una consecuencia fundamental respecto al pensamiento del Ser en la tesis gadameriana: el ser mismo es el lenguaje. El lenguaje condicio na la forma como vemos el mundo y, a su vez, nuestro lenguaje está condicionado por el mundo que se hace presente lingüísticamente. Y cualquier acepción del mundo está constituida humana y lingüísti camente. A tenor de que la multiplicidad de las acepciones del mundo no significa relativización del «mundo». Lo que el mundo es no es nada 14 Ib.
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