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134 FIDEL AIZPURÚA un revulsivo en la materia, de ahí frases fuertes y discutidas que hicieron época y han sido repetidas muchas veces como la del famoso n. 11: «Quien posee el espíritu de oración, halla tiempo para la misma. Quien no halla tiempo, es que no posee el espíritu de oración»27. ¿Fue realmente el revulsivo que pretendía? — Cuando los Provinciales hacen su informe al Capítulo, en todos ellos se habla, como parece preceptivo, del tema de la ora­ ción. Tomando a modo de ejemplo los de la Provincia a la que per­ tenezco en sus tres últimos Capítulos obsérvese la progresión: * En el Capítulo de 1993, el ministro provincial dice que la ora­ ción personal es una «asignatura pendiente de nuestra Provincia», aunque «no hay desprecio ni negación de esta necesidad personal y comunitaria, pero falta la ejecución de lo que teóricamente se tiene tan claro»28. * El mismo ministro provincial en su informe de 1996 dice que todos los proyectos comunitarios recogen la oración mental en común. Pero se pregunta directamente: «¿Cuántos hermanos hace­ mos la oración diaria?». * El siguiente ministro provincial en el Capítulo de 1999 llega a una confesión valiente y estremecedora por lo que tiene de repre­ sentativa: «No he llegado a integrar en la vida diaria el convenci­ miento de la necesidad de orar personalmente»29. Todos estos datos, generales y locales, hablan de ese callejón sin salida al que parece abocado el tema de la oración personal. Pero quizá haya que soñar la posibilidad desde planteamientos dis­ tintos, no religiosos (por decirlo de algún modo), porque desde estos parece que el resultado ha de ser siempre similar. ¿Es posible que viniendo de una cultura religiosa podamos intuir la posibilidad de una oración secular como posible solución hoy al tema de la ora­ ción personal? Y ya desde ahora avanzamos que, según creemos, cuando hablamos de oración secular no nos estamos refiriendo a aspectos técnicos sino a asuntos de contenidos. Estos contenidos, 27 Ibid., p. 41. 28 BolOf 285, abril 1993, p. 189. 29 Ibid., n. 303, abril 1999, p. 168; «aunque haya algunos hermanos que llevan una vida de oración ejemplar y estimulante», p. 90.

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