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«SI AL SILENCIO LLEGARAS...» ORAR PERSONALMENTE.. 129 lados bíblicos 10. En segundo lugar, la secular certeza de que el ori­ gen de nuestra vocación es la llamada de Dios 11 quizá haya de dejar paso a la rara certeza de que la vocación es como una delegación de la humanidad para el sustentamiento, cultivo y recuerdo de los valores arquetípicos (evangélicos), con lo que se daría el resultado de que la oración no sólo no puede ser alejamiento del hecho his­ tórico sino uno de sus más básicos apoyos 12. Tal vez, incluso, haya que replantear el marco mismo de la actividad orante que es la transcendencia. Entendida esta siempre como un «salir hacia» 13 quizá haya de ir siendo sustituida por un «entrar a» la realidad honda de la persona y de la vida 14. Este «nuevo» concepto de transcendencia 15 parece del todo necesario para apuntar hacia un trabajo orante de arraigo existencial. No resulta trabajo fácil porque no solamente quedan cuestionados básicos planteamientos teológicos o bíblicos 16 sino los mismos sentimientos y cosmologías religiosas de las que somos tremenda­ mente dependientes 17. 10 La innegociabilidad del valor de la persona, el contenido social del Evange­ lio, la evidencia de que el sueño de Jesús hace referencia a la plenitud de la perso­ na erguida en toda su estatura, aparece a los biblistas como primer postulado del hecho evangélico. 11 Cf. J. Á lvarez G ómez , Carisma e historia. Claves para interpretar la historia de una congregación religiosa, Publicaciones Claretianas, Madrid 2001, p. 85. 12 «No estamos llamados a ser un signo sobrenatural que señale más allá de este presente orden imperfecto hacia la plenitud de la vida futura. Nuestra misión es la de situarnos en el corazón de la creación que creemos que es el único mundo (del que la vida después de ésta es solo una dimensión) ofreciendo un testimonio liminar de los valores que perduran y que apuntan hacia esa plenitud de vida que anhelamos en nuestros corazones»: D. O ’M urchu, o. c ., pp. 75-76. Es lo que J. Sobri­ no llama «la santidad de vivir» en su difundido escrito «Reflexiones a propósito del terremoto», en Concilium 290, abril 2001, pp. 131-132. 13 Así lo entiende la espiritualidad popular y la técnica. 14 Cf. P. T illich , La dimensión perdida, Desclée, Bilbao 1970. 15 La gran mística lo ha manejado (Intimior intimo meo), aunque con conte­ nidos de dudoso peso histórico. 16 Como por ejemplo la interpretación de la realidad salvífica del mismo Jesús en textos como el conocido himnos de Filp 2. 17 El anhelo de «lo de arriba», la búsqueda del Dios fuera, el éxodo de la per­ sona hacia Dios, etc. Cf. el libro, aún vigente, de J. A. T. R obinson , Sincero para con Dios, Ed. Ariel, Barcelona 1967.

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