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152 FIDEL AIZPURÚA 3 . R eq u isito s para g en erar la po sibilid a d Este planteamiento de oración presupone lo que podríamos lla­ mar «la oración dispersa». Es decir, esta oferta es para personas que, de una u otra manera, más o menos, rezan personalmente. Para quien ha abandonado totalmente la práctica de la oración personal, habría que recomendar una época de intentos, cosa muy valiosa, desde el lado que fuere, porque si no, estos modos tan organizados le serán inútiles. Hay un requisito difuso que podría formularse así: creer que una cosa tan personal puede, de algún modo, incumbir a la reali­ dad fraterna y que, por ello mismo, la fraternidad puede ayudarme, aunque el trabajo, por ser personal, tenga que hacerse personal­ mente. Mientras no se vea que la fraternidad tiene que ver algo con ello (por más que lo digan de algún modo las mismas Constitucio­ nes) el paso hacia esta posibilidad no se habrá dado. Es preciso que quede claro desde el principio que esta pro­ puesta no es tanto de un método sino de un plan. Son cosas distintas. Los métodos han sido y son variados. Cada uno podría utilizarlos a su gusto. E incluso podría decirse que esta propues­ ta admite perfectamente una manera de orar sin método. Pero al proponer un plan lo que se busca es, por decirlo en lenguajes económicos, una mayor rentabilidad al trabajo orante. Esa mayor rentabilidad le viene al trabajo orante por el trabajo personal orde­ nado en torno a la Palabra y por la ayuda fraterna (ya que la ren­ tabilidad que viene de la misma Palabra, está garantizada en toda circunstancia). De todos modos, al ser un plan desde el afán de ayudarse fraternamente no implica, en modo alguno, la obliga­ ción de seguirlo. Es simple ayuda, sugerencia, andamiaje y muleta para quien lo necesite. Si alguien tiene maneras más rápidas y efi­ caces de trabajar la oración personal no encontraría aquí una ayuda válida. En cuanto a tiempos, el plan requiere un tiempo amplio diario que hemos llegado a considerar de una hora como mínimo y, por supuesto, una hora seguida. No obstante, y debido a la pluralidad de situaciones vitales y laborales en esta vida moderna, habría posi­ bilidad de otros ritmos, semanales por ejemplo, siempre que, como es lógico, fueran más intensivos.

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