PS_NyG_2002v049n001p0127_0155

d) Una fe histórica El mecanismo religioso ha deshistorizado, en parte notable, la experiencia de la fe. Una recuperación del trabajo orante desde dimensiones seculares requiere justamente la recuperación de la di­ mensión contraria: la aceptación de la historia como ámbito propio y mejor para la construcción del futuro de la vida. Se trata de poner en funcionamiento la «capacidad »45 que Dios ha sembrado en el camino de la vida. Esta visión se topa con un grave problema teológico aún por solucionar y que afecta de lleno a la cuestión orante: el interven­ cionismo de Dios 46. La religión emplea mucho este mecanismo aún hoy día, pero sus efectos nocivos son más numerosos que sus posi­ bles ventajas. Toda la tradición bíblica, por paradójico que parezca, apunta al no intervencionismo y al suscitamiento de la responsabili­ dad personal. La verdadera y única intervención de Dios es el hecho creacio- nal que brota de su amor. Con ese hecho viene aparejada la res­ ponsabilidad humana de irlo llevando a la plenitud que Dios le ha destinado. Dios no interviene. Cierto que acompaña, sostiene, anima, alienta, apoya, ilumina, etc., como buen Padre que es, pero no inter­ viene. Si no se asume esta perspectiva de un Dios no intervencionis­ ta el hecho orante tiene muy mal futuro, pues no saldremos de lo heredado que nos lleva al empobrecimiento del que queremos salir o, peor aún, a la garras de una piedad que se hace hermana de una manera de ser religioso próxima a los fundamentalismos. e) El postulado de la reconciliación con el mundo Partiendo de la percepción de la historia como don de Dios, y para ir entrando en modos orantes de nuevo calado, será precisa una trabajada reconciliación con el mundo. Tantos años, siglos, en que la espiritualidad ha vertido olvido y menosprecio en la realidad creada, la nueva espiritualidad que aspira también a una oración nueva habrá de construir pacientemente un camino de reconciliación con el «SI AL SILENCIO LLEGARAS...» ORAR PERSONALMENTE... 143 45 Cf. Jn 1,12. 46 C f. A. T orres Q ueiruga , o . c ., pp. 93-95.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz