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140 FIDEL AIZPURÚA Efectivamente, el Dios de la religión no hace sino alimentar los propios deseos tratando de darles satisfacción mediante la oración, sobre todo la de petición, mientras que el Dios de la ciudad secular instala cada vez más al creyente en el único deseo del Dios, aquel del nuevo reino de Dios cuyo valor innegociable es el de la perso­ na. De aquí que la oración termina por ser un elemento no para cam­ biar el designo de Dios sino para transformarse y entenderse a uno mismo, para construir la propia identidad, para hacerse creyente40. b) Místicos horizontales 41 La oración ha estado con frecuencia anclada en el esquema espacio/temporal «dimensión vertical-dimensión horizontal» priman­ do la dimensión vertical (relación con Dios) y reduciendo la hori­ zontal (relación con el hermano) a derivaciones o simples frutos de la oración. Este esquema queda superado por la misma espirituali­ dad evangélica que dice que la única dimensión existente es la hori­ zontalidad en la que se ha colado, para siempre por cierto, la «verti­ calidad» de la presencia de Dios 42. Por eso mismo, una nueva teoría sobre el trabajo orante habría de incluir la horizontalidad como elemento componente de su mística. «Para los místicos horizontales, el mundo es el lugar de la adoración de Dios. Estos místicos se resisten a transferir a la ora­ ción el encuentro con Dios y a apartarse o negar, del modo que sea, el mundo como condición necesaria o como camino de dicho encuentro. Para ellos, Dios emerge en la mismísima densidad de las cosas, personas y acontecimientos, y es ahí donde sienten que 40 «Es él mismo (el Espíritu) el que, de un modo misterioso, habita nuestra oración, la purifica de nuestras locas peticiones y la orienta al encuentro del deseo de Dios para hacer que recaiga sobre la libertad del hombre convertida en sentido y en renovada certeza de que, a pesar de la ausencia de Dios, nada podrá separarle del amor de Dios. Tal es la maravillosa síntesis que Pablo nos propone en Rom 8,14- 39-: Ibid., pp. 200-201 41 La expresión «místicos horizontales» la formuló#E. Kinerk, y la toma José A. G arcía en su libro En el mundo desde Dios. Vida religiosa y resistencia cultural, Sal Terrae, Santander 1989. 42 «Vendremos a él y pondremos nuestra morada en él»: Jn 14,23.

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