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136 FIDEL AIZPURÚA bajos que componen el camino secular de la persona de hoy? Esos son los interrogantes a solucionar 33. d) Desmitificación, «desmoralización» No podemos dudar que de que en nuestra tradición religiosa ha habido una hipervaloración de la oración que, paradójicamente, no ha hecho sino contribuir más a ponerla en peligro. Efectivamen­ te, se ha creído que una comunidad que oraba era una buena comu­ nidad, cuando no pocas veces la realidad era muy otra; se ha pen­ sado que quien oraba tenía segura su vocación, cuando muchos casos han desmentido tal postulado. Hipervalorar la oración sin el cultivo de otra clase de valores, la formación teológica por ejemplo, ha llevado a un modo de orar pietista de débiles raíces que no ha soportado ni el primer asalto de la secularidad. Y lo que todavía es más llamativo, se ha «moralizado» el hecho orante creyendo que quien ora es mejor que quien no ora y que no se puede ser buen religioso sin tener activada la oración personal. Los hechos más cotidianos demuestran lo contrario porque muchos hermanos, de alta calidad fraterna, no han incorporado la oración personal a sus vivencias cotidianas de la fe y sin embargo son bue- nísimos hermanos. Para «desmoralizar»» el trabajo orante habría que hacer ver que, por extraño que nos resulte escucharlo, se puede ser buen hermano sin el trabajo orante aunque en ese caso la persona se pierde una de las mejores herramientas de activación de su fe y de su VR. Enfocar el tema de la oración desde culpabilidades mora­ listas o religiosas es la mejor manera de bloquearlo. Quizá haya que decir, con una línea de pensamiento espiritual común, que la oración personal sigue siendo un lugar privilegiado 33 ¿Por qué lugares de oración como Taizé gozan de tanta vitalidad en el cora­ zón de la cultura secular? Tal vez porque han hecho ver, en modos diversos, que rezar y ser ciudadano del mundo no son cosas incompatibles. Tal vez porque ha encontrado un modo de orar antropológico y existencial, además de bello. Tal vez porque no se ha preguntado en exceso sobre las tradiciones orantes sino porque se ha dado respuesta a la inmediata demanda de oración de los jóvenes. Tal vez por­ que se ha descubierto que la fuerza de la comunidad puede ser decisiva para andar un camino orante en la sociedad de hoy.

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