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LA IDENTIDAD CAPUCHINA EN LOS ANALES.., 95 Sin embargo, el provincial no lo aceptó y trató por todos los medios de acabar con los prófugos. Tan cruda es la persecución por parte del provincial que los hermanos Fossombrone hubieron de huir al Yermo de las Grutas, con los padres camaldulenses 180. Y va a ser en este convento de camaldulenses donde Boverio nos descubra la caridad de Luis y de Rafael para con los enfermos de allí: «... con quanta promptitud y fervor cuidaban a los enfermos; quan solícitamente los servian de dia, y de noche; con que diligencia les ministraban lo que avian de comer, quan a tiempo les prevenian las medicinas, y se las apli- cavan...» En realidad, ésta es una de las pocas virtudes que de ambos se citan. El influjo de la Camáldula en el desarrollo posterior de la Orden va a ponerse de manifiesto sobre todo desde el punto de vista legislativo, ya que fray Luis, a la hora de solicitar la bula Reli- gionis zelus, pedirá que le sean concedidos todos los privilegios que la Camáldula posee, sobre todo con vistas a la recepción de nuevos hermanos 181. Tradicionalmente se ha querido ver en este privilegio solicitado una dependencia, en sentido general, de la Orden Capu­ china respecto de la Camaldulense, como si el carácter eremítico de la vida capuchina dependiese de ellos. Sin embargo, a la hora de hacer un balance de la importancia de la vida eremítica en los pri­ meros capuchinos hay que remontarse al propio Francisco de Asís, que trató de vivir siempre dándola una importancia especial en su vida. Tratar de percibir el influjo eremítico por la relación con los camaldulenses es claramente erróneo. Del mismo modo, y en esto coincido con Isidoro de Villapadierna, que es tendencioso atribuir la barba al influjo camaldulense 182. «Creemos... que no se debe insis­ tir tanto sobre este influjo, ya que no pocos de los usos capuchinos atribuidos a él se detectan en las anteriores reformas franciscanas villacreciana y descalza, que nada tuvieron que ver con los camal- 180 Id., cap. XI, n. 61, p. 86. 181 Un estudio más pormenorizado de este influjo, lo tenemos en M. W o lfen s - c h ies s e n , «De influxu legislationis camaldulensium in ordinem capuccinorum», en CF 21 (1951) 59-78. 182 La barba vendría a significar un signo de la honestidad y de la cualidad de la vida eremítica. En las constituciones de 1536 se hace referencia a que se porte la barba teniendo como ejemplo a Cristo santísimo y a todos los santos antiguos, y sabiendo que es cosa viril y natural, rígida, despreciable y austera. F C I, 292.

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