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LA IDENTIDAD CAPUCHINA EN LOS ANALES. 87 hacia Roma para hablar con el Papa, abandonando el convento de Montefalcone, lo que configura el tercer paso de su reformación. En su camino hacia Roma, visitó a Francisco de Cartozeto, «varón muy avanzado, y de gran santidad»151, un observante anciano que vivía retirado. Este hermano tuvo una revelación celestial en la que se le mostró que ya se iba acercando el tiempo de la reformación deseada, y que llegaría un varón a la ermita. Después de ver a fray Mateo y de hablar con él, levantó los ojos al cielo y dijo: «Ea, benignissimo Dios: Que necesidad tengo ya de mas larga vida?»152. Después del regreso de Mateo de Roma, este hermano vistió el hábito capuchino y fue con­ siderado por ello como el segundo capuchino. Su intervención en la crónica es sectorial, pero muy significativa, ya que viene a representar a todos aquellos hermanos deseosos de reforma. Ya en Roma, entró milagrosamente, mediante la guía de un ángel, apunta Boverio, a hablar con el pontífice Clemente VII. Su petición es muy clara: «Viendo yo con grande dolor de mi animo, que el habito ver­ dadero se ha dexado en la religión, y que con él, la observancia también de la Regla en muchos capitulos se ha ido perdiendo, principalmente en lo que toca al culto de la altissima pobrera en que esta fundada... Esta causa y no otra... es la que me ha traido a tus pies»153. Vemos en esta cita como se enlazan los temas medulares de la reforma, la cuestión de la vestimenta, la vivencia más radical de la Regla y el primado de la vida pobre. Es trascendental que resal­ temos fundamentalmente el tema del hábito, argumento utilizado por Boverio como instrumento de autorización de la reforma. El hecho de solicitar la reinstauración del hábito de san Francisco con­ vertiría la llamada reforma capuchina en una reinstauración o recu­ peración de un orden perdido, llegando a considerarse, de esta forma, a Mateo como un reinstaurador, terminología que es más completa y exacta en este caso que la de reformador. 151 Id., cap. XI, n. 65, p. 50. 152 Id., n. 67, p. 51. 153 Id., cap. XIII, n. 72, p. 54.

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