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80 POLICARPO FELIPE ALONSO é imitación de su Padre Santissimo, luego para conservar la pu­ reza, y vigor de su Regla, y restituirla al antiguo ser, produze una nueva generación fecunda de todas sus virtudes, y abundante de evangélico espiritu, y da a luz unos nuevos hijos, que no solo la preservan del riesgo, sino también la ilustran con mayor, y mas estendidos rayos de santidad»133. Lo más importante es no desviarse del perfecto espíritu primige­ nio contenido en la Regla, y si eso no ocurre, nacerá una nueva gene­ ración de frailes, una nueva familia dispuesta a preservar ese espíritu de cualquier riesgo. Las reformas, pues, son las encargadas de evitar la corrupción y la tibieza de costumbres: «Tiene Dios singular cuyda- do, de que luego al punto que la peste mortífera de la relaxacion, y de la inobservancia acomete al cuerpo de la Religión, se le aplique brevemente la medicina en una reformación oportuna»134. El hecho de que se den tantas reformas no devalúa el sentido de las cosas divinas, ya que a éstas «Dios les ha dado privilegio de tal virtud, que debaxo de unas, y otras mudanzas, permanezcan salvas, y firmes»135. Conforme a lo que hemos visto hasta aquí, la reforma de los capuchinos no es más que una obra divina que no conoce autor humano alguno. Boverio justifica esta presencia divina haciéndose eco del ambiente de la época: «Luteranos, zubinglianos, oecolampadistas, bucerianos, me- lanchtonistas, vuestphalistas, anabaptistas, y otras inmundicias semejantes, excitadas de los infiernos, infestavan casi á toda Ale­ mania con su heregia: los farellistas, calvinistas, y servetianos á Francia: los libertinos á Olanda, y Brabante, y los giorgianos á la Frisia, derramando cada una destas setas pestíferas su veneno mortal, con que aviendo llegado los hombres al extremo mas depravado de las costumbres, suelta la rienda al vicio, y corrien­ do sin freno alguno, eran escandalo del Universo»136. Entre estas espinas va a nacer esta nueva reforma de la Orden, muy débil en sí misma, tan sumamente pequeña que solamente 133 Crónica , Introducción, cap. IV, n. 29, p. 11. 134 Id., n. 32, p. 12. 135 Id., cap. V, n. 40, p. 14. 136 Id., cap. VI, n. 49, p. 16.

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