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72 POLICARPO FELIPE ALONSO menos Pobladura, se pretendía la necesidad de conocer mejor las primeras figuras, no perder de vista estos referentes y convertirlos en modelos a imitar. Vamos a centrarnos en la biografía de nues­ tro autor. Sobre la fecha de su nacimiento no hay nada claro, parece ser que nació en 1593 o a finales de 1592. Antes de hacerse capuchino su nom­ bre era Gabriel de Moneada, llevó durante su juventud vida licenciosa y fue uno de los abogados más prestigiosos de la Corte. Se convirtió estando en una ocasión con su amante rezando ante el Cristo de La Paciencia, que custodiaban los capuchinos; tomó el hábito en el mismo convento el 28 de marzo de 1641, y falleció el 22 de mayo de 1644, a los cincuenta y un años de edad. Fue poeta y amigo de Lope de Vega, a su vez panegirista de Moneada, quien supo corresponder a Lope des­ pués de muerto éste, con la comedia alegórica Honras a Lope de Vega en el P arn aso. Tradujo durante su noviciado la obra de Boverio, en menos de tres años, y ésta se comenzó a imprimir después de que muriese con el título de C rón icas d e los Frailes M enores Capuchinos d e N. P. S. Francisco, la obra está dividida en tres volúmenes publica­ dos en 1644, 1646 y 1647 respectivamente 124. Se trata del primer libro salido de la pluma de un capuchino castellano y que fue promovido por el provincial Cristóbal de Morentín, fomentador de un movimiento intelectual de gran pujanza en la provincia castellana. En la P refacción a l lector de la primera parte de las C rónicas el autor ofrece ya algunas ideas acerca del concepto de la traducción y de su utilidad, de la finalidad de su obra, de los criterios por los que se ha guiado y de los cambios que ha creído oportuno realizar. Para nuestro autor, «traduzir propiamente es convertir de una lengua en otra, sin añadir, quitar, ni alterar cosa alguna de las que contiene el original» y esto puede hacerse de dos maneras: «ajus­ tarse tanto a las palabras del autor traducido, que a qualquiera le corresponda en la traducción otra equivalente» o «...no ajustar pala­ bras a palabras menudamente, sino sentencias a sentencias, y sen­ tido a sentido, conservando la verdad del concepto sin mudanza alguna; pero en cuanto a su explicación, no buscando con es­ crupulosa, y mísera diligencia la igualdad de las sílabas, la seme­ janza de las voces, ni la correspondencia infructífera de las clausu- 124 HGOFMC, 438 .

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