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68 POLICARPO FELIPE ALONSO galardonados, además, con insignes testimonios divinos y con heroicas virtudes. Son, pues, figuras de santidad que sobresalen sobre los demás; una historia competente de la Orden debe cen­ trarse en los personajes más sobresalientes. Teniendo en cuenta esta expresión del autor podemos afirmar que nos encontramos ante una obra de claro carácter hagiográfico, centrada en figuras que destacan principalmente por su santidad, aunque no estén canonizadas, y fundamentada en toda una serie de signos maravi­ llosos que muestran la predilección divina. Otra cosa a resaltar es el cometido de la obra: «... nuetra Historia, por ser Sagrada, no avia de contentarse con fin de prudencia humana, y temporal: y assi sobre el prime­ ro, y principalmente procurado de la honra y gloria de Dios, y de los Santos suyos, añade el segundo de instruir a los hombres en el modo de vivir bien, no para conseguir la humana felicidad, sino la divina y eterna, á que debe aspirarse, poniéndoles delante de los ojos ejemplares tan vivos, y tan dignos de imitación, com o los Varones ilustrissimos, que ha tenido la Orden, para que siguiendo sus pisadas, ya en tolerar con paciencia... ya en menospreciar los honores..., ya en aborrecer los deleites, ya en castigar la carne, ya en el estudio de la Oración; ya finalmente en la imitación perfeta de Christo ...»115 Vemos que lo que se propone el autor es hacer de las virtudes de estos santos varones algo que imiten los lectores. Los presenta como baluartes a seguir, con una profunda experiencia de Dios, y como promotores de un modo de vida que lleva hasta la eterna. Expresada esta idea tenemos las dos claves fundamentales, en pala­ bras del autor, de la obra: la necesidad de escribir sobre todos aque­ llos hermanos caracterizados como santos dentro del seno capuchi­ no, y la pretensión de que la vida de estos frailes sirva como ejemplo para una vida más acorde con Dios. Debemos tener también en cuenta la autenticidad o no de los milagros que el autor relata en la obra, él mismo nos dice: «... no los propongo por tan de Fe, como si la Sede Apostólica los huviera 115 Id., Prefacio 5.

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