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LA IDENTIDAD CAPUCHINA EN LOS ANALES.. 55 Después de muchos conflictos y tras veinte años, en 1676 vio la luz pública el tercer tomo de los Anales capuchinos. El editor había pensado en otro tomo que vendría a ser como un Apéndice a los tres primeros volúmenes ya publicados y un avan­ ce de la historia de las misiones de la Orden; sin embargo, los nue­ vos analistas estaban más preocupados en la traducción de la obra a las lenguas vernáculas que en su remate final. Pasarán ochenta años hasta que el padre Silvestre Draghetta de Milán 95, aprovechan­ do los trabajos de sus predecesores, dé cima al A p énd ice al tomo tercero de los Anales , que se publicará en 1737. Uno de los caballos de batalla con los que se va a encontrar la publicación de esta obra es la Inquisición. El 2 de octubre de 1625, bajo el pontificado de Urbano VIII, un decreto de la Inquisición prohi­ bía escribir libros que narrasen hechos milagrosos, revelaciones, visio­ nes, sin previa aprobación del Ordinario y de la Santa Sede. Se trata­ ba de un paso más de la autoridad papal respecto al control de las beatificaciones, canonizaciones y culto de los santos. Esto asustó al P. General, que pidió ayuda al Cardenal protector, el cual consiguió la aprobación por parte del Papa para que se publicasen las crónicas. El mismo Urbano VIII ratificará este decreto de la Inquisición el 5 de julio de 1634, en él se declaraba que la facultad de efectuar beatifica­ ciones y canonizaciones era un derecho exclusivo del pastor supremo de la Iglesia. Conforme a esto debía prohibirse toda veneración pro­ pia de santo sin permiso del Papa, excepto en aquellas personas cuya veneración pública se practicaba y entonces con licencia de la autori­ dad eclesiástica desde tiempo inmemorial o a lo menos desde cien años, o cuya veneración pública se fundaba en un decreto pontificio, en la Congregación de Ritos o en los escritos de los Padres de la Igle­ sia o varones santos 96. El problema fue resuelto con una escapatoria formal, quien escribe sobre santos no oficialmente canonizados debe­ rá abrir y terminar su trabajo con una Protestatio de la cual se da la fórmula. El autor afirma hablar a título personal, sin implicar la aurori- dad de la Iglesia ni presumir de presentar un juicio definitivo 97. 95 Lexicón Capuccinum, 1596. 96 L. P asto r , Historia de los Papas, XXVIII, Barcelona 1948, 260-261. 97 S panó M a r t i n e l l i , 462. Se trata de una solución facilitada no solamente para nuestra crónica, sino que también incumbe a todas las que se escriben en

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