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10 POLICARPO FELIPE ALONSO La primera de ellas es la existencia de diversidad de concep­ ciones de lo que es la hagiografía propiamente dicha y la dispar hermenéutica que llevan a cabo los investigadores. Si para algu­ nos la hagiografía es una ciencia auxiliar de la historia eclesiástica 3, otros la consideran una fuente para estudiar estructuras económicas, sociales, políticas y religiosas de la sociedad de un determinado periodo. Por nuestra parte no nos vamos a detener en la discusión de si es o no una ciencia subsidiaria o autónoma, pero lo que sí queremos resaltar es que, a través del estudio hagiográfico, se pue­ den descubrir características de una determinada vida, de una época histórica concreta. Teniendo en cuenta la multiplicidad de enfoques de que puede ser objeto la hagiografía, no es de extrañar que actualmente existan varias escuelas con métodos y finalidades diferentes. Así, las preten­ siones de los católicos se encaminan a restablecer la verdad históri­ ca sobre la vida de los santos para una renovación de la vida cul­ tual, eclesial, y de la misma devoción de los fieles, mientras que las pretensiones de los marxistas, por ejemplo, sufren la influencia de la ideología de ese movimiento y su percepción de los santos está influenciada por un intento de las masas de evadirse y sustraerse a la opresión de los potentes. Con esto comprobamos que la panorá­ mica de los estudios hagiográficos ha adoptado múltiples formas, y que el trabajo inicial de los bolandistas, que consistía en descubrir la verdad de los santos, se ha ampliado considerablemente hacia otros campos con nuevas pretensiones, tales como descubrir las con­ diciones sociales de un determinado lugar, los viajes, las fiestas, las creencias populares, las enfermedades, comportamientos y modos de concebir la existencia. El estudio hagiográfico comporta, con todo, además de un enriquecimiento espiritual, un enriquecimiento cultural 4. Otra de las cuestiones a tener en cuenta es la relación entre historicidad y santidad. La relación entre ambas ha sido siempre muy problemática y ha adoptado múltiples formas, dependiendo del con- 3 L . O lig er , «Agiografia», en E n cicloped ia Cattolica I, Città del Vaticano 1948, 449-454; F. L a n z o n i , «Agiografia», en E n cicloped ia Italian a I, Milano 1929, 891-892. 4 G o rd in i , 324.

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