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42 POLICARPO FELIPE ALONSO cardenales afectos a la Observancia, los cuales prohibieron a los capuchinos recibir observantes. Pero el mandato cayó en vacío, al conseguir Bernardino de Asti que la comisión de cardenales se ampliara con otros tres cardenales afines a los capuchinos71. La lucha de los capuchinos por la propia supervivencia dio un gran paso con el breve Cum sicut nobis, del 29 de abril de 1536, en el que el papa confirmó la elección de Bernardino de Asti como vica­ rio general 72. Finalmente, con la bula Exponi nobis del 25 de agos­ to, el papa ratificaba la bula Religionis zelus y declaraba a los capu­ chinos exentos de la jurisdicción observante 73. Como hemos venido apreciando, el camino hasta lograr la con­ solidación definitiva fue muy costoso y requirió la ayuda de las auto­ ridades eclesiásticas que, en muchas ocasiones, llegaron a contrade­ cirse, lo que demuestra una fácil manipulación por parte de los poderosos a nivel de decisiones pontificias, y también un inexisten­ te acuerdo entre la Penitenciaría y el Papa en sus decisiones. A nivel de Orden, se da un claro contraste entre los esfuerzos observantes por evitar escisiones y huidas, y el fuerte atractivo de la naciente reforma capuchina que fue la válvula de escape para que muchos retomasen el modo de vida que buscaban. En el fondo, el problema para los observantes no era la nueva orden, sino la imposibilidad de buscar cauces capaces de dar respuesta a las necesidades de los hermanos. 6. Los CAPUCHINOS EN ESPAÑA La expansión capuchina fuera de las fronteras italianas chocó con importantes obstáculos personificados, sobre todo, en las figuras de los generales de la Observancia Vicente Lunel y el cardenal Fran­ cisco de Quiñones. Paulo III resolvió la cuestión prohibiendo termi­ nantemente a los capuchinos extenderse fuera de Italia, prohibición 71 Cf. V. S ánchez , «Vicente Lunel, Ministro General OFM III. Lunel y la reforma de los capuchinos», en AIA XXXII (1972) 315-326; M. de P obladura , «El emperador Carlos V contra los capuchinos», CF 34 (1964) 372-390. En la Crónica tenemos el relato de la artimaña de Lunel en Lib. 5, cap. XVIII, nn. 115-119, pp. 244-246. 72 Id., cap. XVII, n. 110, pp. 241-242. 73 Id., cap. XX, n. 125, pp. 249-252.

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