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LA IDENTIDAD CAPUCHINA EN LOS ANALES. 37 a solicitar protección al papa Clemente VII. En 1532 el papa expe­ día la bula In suprema en la que mandaba que fuesen erigidas en todas las provincias casas donde pudieran retirase libremente cuan­ tos quisieran guardar la Regla en todo su rigor. 5. L a reforma capuchina Como hemos podido apreciar, la bula de unión no calmó las ansias de reforma presentes en los hermanos. El proceso de expan­ sión de la Observancia, con la anexión de muchas custodias y pro­ vincias de conventuales con sus respectivos conventos, conllevaba un serio riesgo: la relajación de la forma de vida. Para solventar el pro­ blema se llegó a proponer, incluso, la presencia de algún hermano reformado que con su ejemplo y maneras renovase conventos de no reformados, con ello se pretendía una más rápida adecuación a la vivencia y estilo franciscano defendidos por la Observancia61. Refiriéndonos más en concreto a las familias reformadas, vimos también cómo la Observancia no supo atajar el problema y esto pro­ dujo continuos rebrotes de hermanos en busca de una vida más radi­ cal fuera del movimiento observante regular, que no sabía satisfacer sus necesidades, y es que con Ite vos se podía aunar en una sola rama a todas las familias reformadas, pero no se podía imponer sobre los hermanos una determinada interpretación de la Regla y vida de san Francisco, y tampoco se podía obligar, ante el gran auge del fenómeno de la urbanización en la Orden, a que vivieran lejos de la soledad de los eremitorios, sobre todo en el caso de los eremitas. Es aquí donde entra de lleno la Orden capuchina. Comenzó siendo un movimiento más de reforma. Mateo de Bascio, fraile obser­ vante perteneciente al convento de Montefalcone, optó en 1525 por vivir de una manera más radical el espíritu de la Regla pero el movi­ miento que él propugnaba presentaba una novedad especial que pocos movimientos anteriores habían tenido: la separación de la Observancia, una forma de vida nueva sin dependencias respecto a la Observancia, demasiado preocupada por mantener la unión a nivel institucional, aunque a nivel vivencial no existiese tal. Lo cierto es 61 C a rg n o n i , «L’Osservanza», 89.

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