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8 POLICARPO FELIPE ALONSO INTRODUCCIÓN 1. L a identidad capuchina : un proceso inacabado Para tener una panorámica clara de lo que es la identidad capu­ china no tendríamos más que acudir a las Constituciones actuales en las cuales viene definida con claridad, en ellas se nos habla del «retor­ no a la primigenia inspiración, es decir, a la vida y Regla de nuestro padre Francisco... dar prioridad a la vida de oración, principalmente la contemplativa; practicar una pobreza radical, tanto personal como comunitaria; ofrecer ejemplo de vida austera y penitencia alegre...», viviendo «gozosos entre los pobres, débiles y enfermos...» Sin embargo, llegar hasta esa definición tan minuciosa conlle­ va tener en cuenta el proceso que ha seguido, un proceso que parte desde la vivencia del primer capuchino con sus diversas influencias de corrientes franciscanas anteriores, y que se ha ido desarrollando a través de estos cuatro siglos en diversas figuras insignes de la propia Orden. De esta forma, tenemos que la identidad capuchina no nació como algo determinado, definido absolutamente, sino que ha tenido que seguir un largo proceso a lo largo del tiempo, entran­ do en las experiencias y vivencias de hombres, lo que ha ido con­ figurando la forma de ser específicamente capuchina e incluso aún, hoy día, sigue en marcha adecuando esa identidad a los signos de los tiempos y trazando nuevos visos que la configuran. Todos los testimonios de los personajes que han ido forjando esta identidad capuchina nos han llegado de la mano de los cronis­ tas, ellos se encargaron de recoger y redactar información sobre los orígenes de la Orden, desarrollando todo esto en las vidas de hom­ bres y de frailes ilustres que han formado parte de ella. Es a q u í d on d e en tra d e lleno nuestro com etido fu n d am en ta l con este tra­ bajo, qu e es el d e bosquejar la iden tidad qu e nos presen ta Zacarías Boverio d e Saluzzo, cronista oficia l d e la Orden entre 1 6 2 7 y 1638 , p o r m edio d e un id eal d e san tid ad propuesto en su crón ica a tra­ vés d e unos p ersonajes concretos. Pero antes de pasar a tratar nues­ tro tema directamente, necesitamos tener claros una serie de con- 1 Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos, cap. I, art. I, n. 4, Sevilla 1992, 35-36.

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