PS_NyG_2002v049n001p0007_0126

LA IDENTIDAD CAPUCHINA EN LOS ANALES. 123 en la exposición de Boverio no se aprecia claramente un trato espe­ cialmente destacado, por eso ofrecemos la lista de los que más sig­ nificativamente defendieron el desarrollo de la nueva Orden. Si verdaderamente tenemos que destacar una figura crucial para los capuchinos dentro del Colegio Cardenalicio ese es el cardenal san Severino. Después de que fray Luis de Fossombrone tuviera que ser expulsado de la Orden por su comportamiento, Lunello, Gene­ ral de la Observancia, aprovechó el desconcierto para proponer al papa la anexión de los capuchinos a los Observantes. Para acome­ ter tal decisión, el papa nombró una comisión de seis cardenales entre los que se encontraba san Severino. Relata Boverio que «dis­ putóse el negocio de tal manera en el juyzio de los seis cardenales, que cinco dellos inclinándose totalmente a la unión, que por parte de los Observantes se pretendia, estavan ya para dar la sentencia en esta conformidad» 298. Sin embargo, el cardenal San Severino dirigió un discurso que, aunque tenía un carácter apologético, desvelaba las intenciones de los observantes y destacaba por su apreciación realista: «... quien ignora quan antiguo es el odio de los Observantes contra los Capuchinos?... es cosa cierta, y sabida, quan mal reci­ ben los Observantes a los que tratan de vivir reformados entre ellos, ó entreteniendolos con una esperanza vana de reforma­ ción, ó a los que están ya reformados persiguiéndolos, humillán­ dolos, y distrayéndolos de unas partes a otras, sin permitirles quietud en ningún lugar, quando antes devian abracarlos, esti­ marlos y favorecerlos... debaxo desta miel (unión) aparente, viene algún veneno dissimulado, y que en viendo a los capuchinos dentro de su obediencia no han de parar, hasta que desserrado el capucho... poco á poco sepulten el nombre de los capuchi­ nos, y su memoria...*299 Con este discurso el cardenal destapa claramente las inten­ ciones de los observantes respecto a los capuchinos, y también fundamenta, de alguna manera, el origen divino de dicha nueva reforma: 298 Lib. 5, cap. XIX, n. 120, p. 247. 299 Id., n. 122, p. 247.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz