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118 POLICARPO FELIPE ALONSO Esa admiración queda reflejada también en otro pasaje, concre­ tamente cuando se presentaron ante ella los capuchinos para pedir su intercesión ante el papa, relata nuestro cronista que «corrían de sus ojos copiosas lagrimas, nacidas igualmente de devocion y de regocijo; y mirando los hábitos y los capuchos con sumo contento... los tocava, abra^ava y besaba con tanto afecto, que parecia tener delante a san Francisco resucitado» 279. Sutileza importante la de Boverio en esta cita al poner como elemento fundamental de admi­ ración el hábito. Por lo tanto, la Duquesa también es presentada como un signo de la procedencia divina de la nueva reforma capuchina, al menos ella parece estar convencida de esta raíz cuando les habla: «Perded el temor, que ya ha echado Dios en vosotros los cimientos de un grande edificio, que ha de ocupar el Orbe entero, tan firmes, y esta­ bles, que ningún Ímpetu del infierno, ninguna violencia del mundo, y ningún genero de persecución ha de poder jamás conmoverlos, ni hacerlos faltar» 280. En su labor de intercesora de los capuchinos, además de cederles las citadas cartas para presentarse ante el papa, medió ante el mismo pontífice cuando los capuchinos fueron expulsados del convento de Roma «con afecto no menos tierno de otra segun­ da madre»281. Llevó tan lejos su papel de protectora, que incluso se convirtió en un agente directo de la propia reforma, llegando a edificar un convento para ellos: «... reconociendo que el convento de Colmenzon, que fue el primero que edificaron los Capuchinos el año de 1528, por la destemplanza del sitio, era mal sano, y per­ judicial a los frayles, pues en solo dos años avian muerto diez, trató de edificarles otro en otro sitio mejor, y de más saludable temple, que vulgarmente se llamava Renacavata...» 282. Por lo que respecta a Victoria Colonna, también es muy esti­ mada su ayuda e intercesión, ya que por medio de ellas pudieron los capuchinos fundar en Roma en una casita pequeña junto a una iglesia dedicada a la Virgen, Nuestra Señora de los Milagros. Pero 279 Lib.2, cap. VII, n. 37, p. 77. 280 Lib.3, cap. X, n. 47, p. 131. 281 Lib.5, cap. IX, n. 54, p. 221. 282 Lib.4, cap. VII, n. 39, p. 175.

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