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LA IDENTIDAD CAPUCHINA EN LOS ANALES.. 113 guno se pudiera hallar tan dado a combites, como el al ayuno» 26°. Tampoco se apartaba de la oración constante y de ejercitar la sana virtud de la pobreza, entendida desde su doble vertiente, tanto exte- riormente: edificios y conventos no ostentosos; como interior o espi­ ritualmente 261. Por lo que respecta a los milagros, también gozan de un aparta­ do especial en la redacción. Hay personajes, como son Luis de Fos- sombrone y Bernardino Ochino sobre los que no se nos narra ningu­ no de ellos porque, probablemente no los hicieran, y si a esto unimos el desastroso final de ambos en el seno de la Orden es perfectamente comprensible el hecho de que no se citen. A otros, como a Bernardi­ no de Asti, el genral que sucedió en el gobierno a fray Luis, apaci­ guando y reorganizando el gobierno de la Orden, como ya apunta­ mos, le acompañan todo tipo de milagros y signos de santidad y que nuestro cronista cita. De entre todo destacan: una gran capacidad de penetración en los pensamientos internos de los hombres262, las mara­ villas que producía en él la oración: continuos raptos y vuelos 263, y algunas curaciones, en concreto curó a fray José de Ferno de una enfermedad 264. De fray Francisco Essino, sucesor de Ochino y encargado de rees- tabilizar la Orden, también se nos narran algunos signos que acreditan su santidad. Así, tuvo tiempo de echar del cuerpo de un hombre un demonio m; durante sus predicaciones aparecían llamas que salían del convento y en otras ocasiones una estrella muy resplandeciente, algo que Boverio interpreta como un elemento que le distinguía como ele­ gido y nuevo guía de la Orden por el camino de la ortodoxia: «... el Señor quiso manifestar, que avia elegido a fray Francisco, para que como estrella nueva y luziente ilustrara la Religión, y la encaminara á la perfecta, y verdadera guarda de la Regla Serafica, y en particular para que en los principios del Generalato; que ocupaba despues de Ochino, enseñando contanto fervor la pureza, y verdad de la Fe Cato- 260 Lib. 10, cap. VIII, n. 60, p. 440. 261 Id., n. 64, p. 441;cap. IX, nn. 66-70, pp. 442-444. 262 Lib. 12, cap. IX, n. 72, p. 556. 263 Id., n. 80, p. 559. 264 Id., cap. X, n. 89, p. 56l. 265 Ibid.

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