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URGE MEJORAR LA INICIACIÓN CRISTIANA A LA LUZ.. 475 Y es el que prepara a la Iglesia para su encuentro final y defi­ nitivo con el Señor «a través de su virtud transformante» (n. 1092: «per suam transformantem virtutem»): tarea principal del Espíritu, obteniendo de nosotros la respuesta libre de fe. ¿Está en Adviento nuestro mundo [esperando al Salvador] o en Navidad gozando de la presencia del Señor venido ya a este mundo? Es un diagnóstico que cuesta hacer incluso después de los grandes estudios sociológicos que existen. En todo caso, la respuesta teológi­ ca es clara: no hay Adviento ni paso a Navidad sin el Espíritu Santo, que es el que nos inicia en la interpretación vivencial de las maravi­ llosas intervenciones de Dios «mirabilia Dei» (n. 1093). También hoy. Tarea principal del Espíritu Santo es preparar al pueblo de Dios y a todos y cada uno de sus mienbros, pequeños y grandes, según su edad y condición para estos encuentros con Dios (que son los sacramentos) y para el encuentro final y definitivo con Él (n. 1098). Sobre el Espíritu Santo y la fe leemos: «Spiritus Sanctus etiam gratiam praebet fidei, eam roborat et crescere facit in communitate. Litúrgica congregatio est imprimís communio in fíde» (n. 1102). Traducir esto en vida de la comunidad con niños, adolescentes y jóvenes, también adultos, claro está, es la tarea principal del minis­ terio catequético en la Iglesia y de la Iglesia misma como tal. Y de la catequesis pasar a la celebración de los sacramentos, presenciali- zación de Cristo y sus misterios con nosotros. Y ¿qué quiere decir esta «representación» de Cristo en los sacra­ mentos? No es precisamente una repetición del misterio de Cristo sino que lo hace actual y presente el Espíritu Santo, ofrecido a la libertad de cada uno, sobre todo en el horizonte de nuestras comu­ nidades eclesiales: ¿son éstas vivas y operantes?, ¿atractivas? Tam­ bién aquí vale el axioma de nuestras clases de teología [de antes y de ahora]: que «la gracia no destruye la naturaleza sino que la poten­ cia», refiriéndose también a las dotes de acogida y cualidades huma­ nas de trato en la comunidad. Nos hemos referido antes a la epíclesis como invocación eficaz del Espíritu Santo en cada sacramento para aquello que significa su simbolismo, distinto en todos ellos. Viene para cada persona y para

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