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484 JOSÉ LUIS LARRABE Dejando aparte disquisiciones estériles, deberíamos fijarnos en aquello que es esencial y sustancial; también existencial: que este sacramento es signo eficaz de alegría, de purificación y fortaleza, de fuerza y destreza en la lucha contra el mal; y, positivamente, para hacer el bien; signo de salud y de buen olor de Cristo, participado e irradiado, para terminar diciendo al final del n. 1296: este sello del Espíritu Santo significa la total pertenencia a Cristo, de alguien que está a su servicio perpetuo; y también la promesa de la protec­ ción divina en la prueba final. Confirmación en pro del sacramento del matrimonio: antes hemos mencionado un dato positivo al respecto, proveniente del Código de Derecho Canónico (ca. 1065); canon que ve la relación vital entre ambos sacramentos, matrimonio y confirmación, mandan­ do recibir ésta antes que aquél, a no ser que haya una grave dificul­ tad [que hoy en día no la hay por parte de ministros confirmantes]. Canon que no se menciona en el nuevo Catecismo (ver índice en las pp. 769-770). Ahora bien: la experiencia pastoral de muchos años nos demuestra que no es difícil explicar a los novios la relación estrecha, viva y vital entre ambos sacramentos: matrimonio y confir­ mación: en ésta se da toda la capacidad de amar que Dios tiene «regalada en vuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos da>* (Rm 5, 5) 15. E d ad y preparación para la co n firm a ció n Algo es, bueno es, lo que se nos dice en el n. 1307, que «la cos­ tumbre latina, desde siglos, para recibir la confirmación indica la ‘edad de discreción’ como punto al que es preciso hacer referencia«. En primer lugar, es conveniente hacer notar que todos los autores (de psicología y teología) presentan la edad de discreción como más flexible abarcando no sólo el «uso de razón» sino también ulterior­ mente cierta estimativa de valores éticos y evangélicos. La praxis generalizada entre nosotros es la de que a esa edad, la de la discreción, se suele empezar la preparación a la confirma- 15 L. Brandolini, «L’ordo initiationis christianae adultorum adatto alla prepara­ zione dei fidanzati al matrimonio-, en Eph. Lit. 88 (1974) 210-220.

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